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Por fin las chicas dejaron en paz el tema, y ahora estábamos hablando de la vida, de los últimos chismes, y riéndonos de cualquier cosa. Las copas ya estaban en nuestras manos, llenas de esos tragos que nos hacen sentir más ligeras, como si el mundo fuera un poco más simple por un rato. La música de fondo daba ambiente, pero no demasiado fuerte como para que no pudiéramos escucharnos entre nosotras. En ese momento, todo se sentía perfecto: risas, el sonido de los hielos en los vasos, y esa sensación de estar completamente en el aquí y ahora.

De repente, mi teléfono vibra en la mesa. Al principio, no le hice mucho caso, pensando que sería alguna notificación sin importancia. Estaba tan inmersa en la conversación que no quería que nada interrumpiera ese momento. Pero entonces, de reojo, alcancé a ver el nombre de Alexis en la pantalla, y en ese instante, mi corazón dio un pequeño brinco. Intenté no reaccionar demasiado obvia, porque no quería que las chicas se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Siempre han sido muy buenas captando estas cosas, y la última cosa que quería era que comenzaran a hacer preguntas. Así que agarré el teléfono y lo desbloqueé como si nada, mientras ellas seguían hablando. Pero ya en mi cabeza, todo giraba en torno a ese mensaje.

"¿Ya te dormiste?", me preguntaba Alexis. Su mensaje me hizo sonreír. Sin pensarlo demasiado, le contesté rápido "Nop". Claro que no me había dormido, estaba en la mejor compañía, y la noche todavía era joven. Apenas envié el mensaje, él no tardó en contestar, como si hubiera estado esperando mi respuesta. Esa rapidez me hizo sentir como si fuera importante para él, como si de verdad estuviera pendiente. Me preguntó qué estaba haciendo, y sin pensarlo dos veces, levanté mi copa, tomé una foto rápida de nuestras bebidas y se la envié.

 Me preguntó qué estaba haciendo, y sin pensarlo dos veces, levanté mi copa, tomé una foto rápida de nuestras bebidas y se la envié

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Las chicas se rieron cuando me vieron hacerlo, e hicieron unos comentarios de bromas sobre lo "obvia" que era mi respuesta. Pero, ¿qué más podía hacer? Estaba disfrutando el momento, y quería que él lo supiera. Luego, mis amigas notaron que estaba en otra onda, y prefirieron seguir a lo suyo, dejándome ese espacio para que pudiera concentrarme en el intercambio de mensajes. Ellas ya sabían que, cuando se trataba de Alexis, yo me desconectaba un poco del mundo real.

Pasaron unos minutos antes de que llegara su respuesta. Él no se iba a quedar atrás, por supuesto. Me mandó una foto donde se veían claramente unas cartas de baraja sobre una mesa, rodeadas de algunas bebidas y manos masculinas en plena partida.

Podía casi escuchar el ruido de fondo, las risas y el ambiente relajado de una noche de juegos

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Podía casi escuchar el ruido de fondo, las risas y el ambiente relajado de una noche de juegos. No pude evitar sonreír mientras veía la foto; él estaba con sus amigos, pasándola bien, pero aun así se tomó el tiempo de mandarme mensajes, de compartir conmigo un pedacito de su madrugada.

"¿Ganas o pierdes?", le escribí, porque quería saber más, seguir en esa pequeña conversación que nos unía a pesar de estar en lugares diferentes. Él me contestó con un "Depende, ¿vas a ser mi amuleto?". Y con eso, por supuesto, no pude evitar sonreír como una tonta, sintiéndome un poquito más cercana a él, como si esos mensajes fueran una forma de estar juntos, aunque estuviéramos en lugares diferentes. La madrugada seguía su curso, pero ya había algo más que la hacía especial, y sabía que esa conversación no se iba a quedar ahí.

Después de ese intercambio de mensajes, la charla con Alexis simplemente siguió fluyendo. Yo, ahí sentada en el sillón con mis amigas, que seguían en su propio mundo de risas y anécdotas, mientras mi mente estaba dividida entre sus historias y las notificaciones constantes de mi teléfono. Cada vez que sentía la vibración, un cosquilleo me recorría, como una mezcla de anticipación y nerviosismo. No podía evitarlo. Cada vez que hablábamos, me sentía como si estuviera en una burbuja aparte, un pequeño universo solo para nosotros dos. El mundo a mi alrededor se desdibujaba un poco, y todo lo que importaba era lo que aparecía en la pantalla de mi teléfono.

Seguimos escribiéndonos. Él me contaba un poco más de lo que estaban haciendo en esa madrugada de juegos, mientras yo le daba pequeñas pistas de cómo la estaba pasando aquí. La conversación tenía ese tono ligero y divertido, como cuando hablas con alguien con quien tienes una química increíble. No eran grandes confesiones ni temas profundos, pero había algo en cada mensaje que lo hacía especial. Sentía que cada palabra llevaba un poco de su energía, de su esencia, y eso me hacía sentir aún más conectada a él. Él siempre tenía una forma de mantener la charla interesante, de tirar comentarios que me hacían sonreír o reír suavemente para mis adentros.

Entonces, de repente, su mensaje cambió un poco de tono. No de manera brusca, pero se volvió más directo y cálido. "Buenos días bonita, nos hablamos más al rato", escribió. Me tomó por sorpresa ver la hora y darme cuenta de que la noche ya había dado paso a la madrugada. Había estado tan absorta en la conversación que no me di cuenta de que el tiempo había pasado volando. Con una sonrisa en los labios, le respondí rápidamente: "Buenos días, Alexis, descansa".

Y omg, si no fuera por sus buenos días, yo ni cuenta me habría dado de que ya está amaneciendo. Así que ahí me quedé, con la sonrisa más grande que se podía imaginar, mientras las chicas empezaban a darse cuenta de que algo estaba pasando. No tardaron en bombardearme con preguntas, claro, pero esta vez, no me importó dejarlas en suspenso por un ratito. Me sentía tan bien, tan llena de esa energía especial que solo alguien como Alexis podía darme. Estaba en mi propio pequeño mundo, flotando entre las risas de mis amigas y los recuerdos frescos de una conversación que, aunque simple, había sido perfecta en su propia manera.

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𝖨𝗆𝗉𝗈𝗌𝗂𝖻𝗅𝖾 |𝖠𝗅𝖾𝗑𝗂𝗌 𝖥𝗂𝖾𝗋𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora