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Otro día más, pero este es especial porque ¡hoy es el famosísimo concierto que tiene a todo Mochis emocionado! Me encuentro en la universidad, platicando con mis amigas sobre los planes

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Otro día más, pero este es especial porque ¡hoy es el famosísimo concierto que tiene a todo Mochis emocionado! Me encuentro en la universidad, platicando con mis amigas sobre los planes. Todas estamos súper emocionadas, con la adrenalina a tope.

Entre clases, nos juntamos en el pasillo para discutir los detalles de la tarde. La conversación va más o menos así: "¿A qué hora nos vamos al depa?" "Primero tenemos que pasar por la casa de cada una para agarrar la ropa" "¡Sí, yo ya tengo el outfit perfecto en mente!" "¡Y no se olviden de los snacks y las bebidas!"

Decidimos que lo mejor es irnos primero a nuestras casas para recoger nuestras cosas. No queremos olvidar nada para esta noche tan importante. Ropa cómoda pero con estilo, zapatos adecuados para bailar toda la noche, maquillaje, y claro, algo de comida y bebida para precopear en el depa.

Así que, en cuanto terminen las clases, cada una irá a su casa. Luego nos reuniremos en mi departamento para empezar con los preparativos. La emoción va en aumento con cada minuto que pasa. Nos imaginamos todas las canciones que vamos a cantar a todo pulmón, los bailes, las luces, y la energía del lugar. Es un día de esos que se sienten diferentes, con una vibra especial en el aire.

Y aunque estamos en la universidad, nuestro enfoque está en lo que viene después. Cada conversación lleva inevitablemente al tema del concierto. Los profesores probablemente notan nuestra distracción, pero es difícil concentrarse cuando algo tan emocionante está a la vuelta de la esquina.

Así que, en resumen, el plan es simple pero perfecto: clases, casa, depa, y luego directo al concierto. Hoy Mochis se viste de fiesta, y nosotras no pensamos perdernos ni un segundo de la diversión.

•••

¡Hoy fue un día muy largo pero increíble! El día comenzó muy temprano, y no era porque quisiéramos ver el amanecer, sino que teníamos que hacer el soundcheck. No sé por qué, pero los días de soundcheck en la mañana siempre se sienten eternos. Nos levantamos cuando el sol apenas estaba saliendo y fuimos al lugar del concierto.
Estábamos todavía medio dormidos, pero ya saben, la emoción y la adrenalina nos tenían a todos bien despiertos.

Terminamos bastante tarde, con las últimas notas resonando en el aire y las luces ajustándose para que todo quede perfecto.

El soundcheck fue como siempre: ajustar el audio, probar los instrumentos, asegurarse de que todo sonara perfecto. Nos tomó un buen rato y terminamos un poco tarde, pero valió la pena. Esos momentos en los que todo se siente bien, cuando cada acorde suena claro y cada nota está en su lugar, son mágicos.

Después de eso, fuimos a comer. La comida después de un soundcheck largo siempre sabe mejor, no importa qué sea. Estábamos todos hambrientos y cansados, pero la emoción de lo que viene nos mantenía con energía.

Y aquí viene la mejor parte: ¡el concierto va a ser sold out! No puedo describir lo feliz que estoy. Ver todas esos tickets vendidos, saber que tantas personas vienen a vernos, es una sensación increíble. Además, tengo la esperanza de ver a la plebe de ayer. Me encantaría que el universo conspirara a mi favor y me la pusiera en la zona VIP. Sería el cierre perfecto para un día genial.

Así que, aquí estoy, agotado pero emocionado, esperando que todo salga perfecto. ¡Vamos a darle con todo!

Después de la comida, nos dirigimos a la casa con la intención de tomar una siesta y recargar más energías. el mediodía era cálido, y el cansancio empezaba a hacerse evidente en nuestras caras. Al llegar, cada uno buscó su rincón favorito para descansar. Algunos se acomodaron en los sofás de la sala, mientras otros optaron por la tranquilidad de las habitaciones.

Poco a poco, el sueño fue llegando, y con él, la sensación de descanso que tanto necesitábamos. Sabíamos que la noche sería larga y llena de actividades, así que aprovechar ese momento para recuperar energías era esencial. Mientras dormíamos, nuestros cuerpos y mentes se preparaban para lo que estaba por venir.

El sol ya estaba casi abajo cuando despertamos, sintiéndonos renovados y listos. Sabíamos que la noche prometía ser memorable y queríamos estar en nuestra mejor forma. Nos dimos el tiempo para arreglarnos con calma, comentando entre risas nuestros planes y expectativas. Así, esa siesta se convirtió en el inicio perfecto para una noche que sabíamos, quedaría en nuestro recuerdo por mucho tiempo.

𝖨𝗆𝗉𝗈𝗌𝗂𝖻𝗅𝖾 |𝖠𝗅𝖾𝗑𝗂𝗌 𝖥𝗂𝖾𝗋𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora