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Cuando calculé que ya había recibido el ramo, me animé y le mandé un mensaje, intentando ser directo pero no demasiado intenso. Le escribí algo sencillo, como lo que ya le había dejado en la nota que acompañaba el ramo de flores: "Espero y le hayan gustado las flores. ¿Le gustaría cenar conmigo esta noche?".

Después de enviar el mensaje, me quedé mirando el celular como si el tiempo hubiera decidido detenerse justo en ese momento. No quería sonar impaciente, pero al mismo tiempo, cada segundo que pasaba sin una respuesta me hacía sentir como si estuviera esperando una eternidad. Me levanté de la silla y comencé a caminar por el cuarto, intentando distraerme con cualquier cosa. En ese momento, Denisse todavía seguía sentada en la cama de mi cuarto, con su teléfono, probablemente sumergida en alguna conversación de WhatsApp.

- Tranquilo hermano - me dijo sin levantar la vista. Parecía que podía sentir mi ansiedad sin siquiera mirarme. - Dale chance de contestar. Nosotras no respondemos tan rápido a menos que tengamos el teléfono pegado a la mano.

Asentí, pero la impaciencia seguía presente. - Sí, lo sé, pero es que... No sé, tal vez me tardé mucho en escribirle o tal vez no le gustaron las flores - le respondí, intentando justificar el silencio.

Denisse soltó una carcajada y me miró de reojo. - No seas dramático. Espérate, y si no te contesta, pues ni modo.

En ese momento, justo cuando estaba a punto de decir algo más, mi celular vibró. Lo levanté de inmediato, y ahí estaba, el mensaje que había estado esperando, América me había confirmado la cita. "¡Sí! ¡Lo logró, capitán, lo logró!", dije en voz alta sin poder evitar la sonrisa que se me formó en el rostro.

Denisse me miró y rodó los ojos, riendo. - Cálmate, Titanic, que nomás te dijo que sí a una cena, no te va a dar un anillo.

La ignoré y rápidamente marqué al restaurante V de Vaca para hacer la reservación. Era uno de los mejores lugares en la ciudad, famoso por sus cortes de carne y su ambiente elegante, pero relajado, justo lo que necesitaba para impresionar sin verme demasiado pretencioso. El teléfono sonó un par de veces antes de que una voz amable contestara al otro lado.

- Restaurante V de Vaca, buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?.

- Buenas tardes, me gustaría hacer una reservación para esta noche, para dos personas - respondí, tratando de sonar seguro de mí mismo.

- Claro, ¿a qué hora le gustaría? ¿ y a qué nombre la hacemos?- preguntó el encargado con profesionalismo.

- Hmm... a las 10 estaría perfecto, a nombre de Alexis Fierro - dije, ya que esa hora es perfecta ni tan temprano ni tan tarde.

- Listo, reservación confirmada para las 10 de la noche, mesa para dos - respondió la persona al otro lado. - Gracias por elegir V de Vaca.

Colgué el teléfono y me dejé caer sobre la cama, exhalando profundamente. Hasta ese punto, todo parecía estar en orden, pero sabía que aún quedaban detalles que resolver. Y uno de esos detalles, el más delicado, era si debía llevarle flores a América de nuevo o no. Me giré hacia Denisse, que seguía sentada en su lugar, totalmente relajada.

- Hey, Denisse, ¿tú crees que debería llevarle un ramo chico o me voy a ver muy intenso? No quiero que piense que me estoy pasando de insistente - le pregunté, intentando sonar casual, aunque sabía que no podía engañar a mi hermana.

Denisse levantó la vista de su celular y me miró con una mezcla de incredulidad y diversión. - ¿Otra vez con las flores? ¿Cuántos ramos piensas llevarle? O sea, las flores están bien, pero si le llevas flores cada vez que la ves, va a parecer que estás tratando demasiado duro.

Me reí, sabiendo que tenía razón, pero aún así no podía evitar dudar. - Sí, lo sé, pero es que... No quiero que piense que no estoy poniendo esfuerzo, ya sabes. Las flores siempre son un buen detalle.

Denisse asintió lentamente, como si estuviera procesando mis palabras. - Mira, llevarle flores está bien, pero no exageres. Un ramo chico estaría bien, algo sencillo que le diga que pensaste en ella sin verte desesperado. No te vayas a lo grande, porque ahí sí te vas a ver medio intenso, y no queremos que se sienta presionada.

- Eso pensé - dije, sintiéndome un poco más seguro de la decisión. - Entonces, ¿flores sencillas, ramo chico?.

- Exacto. Y ni se te ocurra llevar algo raro, tipo peluches o globos, porque entonces ahí sí se va a espantar - añadió Denisse con una sonrisa burlona.

Asentí, agradecido por el consejo, y me levanté para prepararme. Lo siguiente en la lista era ir a la florería y asegurarme de que el ramo fuera perfecto. Sabía que no podía arriesgarme a elegir cualquier cosa. Tenía que ser algo bonito, sencillo y elegante, justo como me lo había sugerido Denisse.

Tomé las llaves del coche y me dirigí a la florería. La misma que había visitado la última vez, donde ya conocían mi nerviosismo y mis intenciones. Al entrar, la dueña me saludó con una sonrisa, como si supiera que volvía por más consejos.

-Hola de nuevo. - me dijo con una sonrisa amable. - ¿Qué te trae por aquí esta vez?.

Le expliqué brevemente que tenía una cita esa misma noche y que necesitaba un ramo chico, algo delicado pero bonito. Ella asintió y me mostró una selección de flores frescas, entre las que destacaban unas peonías rosas y blancas, algo muy sencillo pero con mucho estilo.

- Creo que estas quedarán perfectas - me dijo mientras comenzaba a armar el ramo.

Asentí, sabiendo que estaba en buenas manos. En unos minutos, el ramo estaba listo, envuelto en un papel sencillo pero elegante, tal y como Denisse me había sugerido. Pagué y salí de la florería con el ramo en la mano, sintiéndome más tranquilo ahora que tenía ese detalle listo.

 Pagué y salí de la florería con el ramo en la mano, sintiéndome más tranquilo ahora que tenía ese detalle listo

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Regresé a casa con el ramo en la mano y me tomé un momento para respirar antes de empezar a arreglarme. Estaba emocionado, pero también nervioso; esa noche era importante. Justo antes de comenzar a prepararme, recibí un mensaje de América. Me preguntaba a dónde íbamos porque no sabía qué ponerse. Le contesté rápido, pero en mi mente solo podía pensar en dar lo mejor de mí.

Me metí a la ducha, dejando que el agua me calmara un poco, y luego elegí un atuendo casual, pero elegante, que me hiciera sentir seguro. Revisé que todo estuviera en su lugar: las llaves, la cartera, el ramo. Finalmente, a las 9:20, salí de casa con el ramo en la mano y el estómago lleno de mariposas, sintiendo que algo especial estaba por suceder.

𝖨𝗆𝗉𝗈𝗌𝗂𝖻𝗅𝖾 |𝖠𝗅𝖾𝗑𝗂𝗌 𝖥𝗂𝖾𝗋𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora