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📍Los Mochis, Sinaloa

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📍Los Mochis, Sinaloa

Nos encontramos caminando hacia mi camioneta, luego de salir de la universidad. Estamos ansiosas por ir a comer algo antes de dirigirnos a comprar ropa para el concierto de mañana viernes. El día está soleado y el ambiente universitario sigue resonando en nuestras mentes mientras hablamos sobre las clases del día. Decidimos ir a nuestro restaurante favorito para disfrutar de un buen almuerzo antes de la larga tarde de compras.

Después de disfrutar de una deliciosa comida juntas, decidimos dirigirnos a la plaza para comenzar la búsqueda de nuestros outfits para el concierto.
Estábamos emocionadas por encontrar el conjunto perfecto que nos haría destacar entre la multitud. Mientras revisábamos las tiendas, discutíamos sobre estilos y colores, intentando decidir qué nos quedaba mejor.

De repente, mientras caminábamos por uno de los pasillos llenos de tiendas, sin darme cuenta, choqué de frente con alguien. Al levantar la mirada, me quedé paralizada por un segundo al reconocer a Alexis, el chico famoso del que siempre he estado enamorada. Era el manager de Óscar el famoso que íbamos a ver mañana.

-¡Oh, lo siento mucho!- me apresuré a decir, sintiéndome un poco avergonzada por el choque.

Alexis sonríe con dulzura y responde amablemente:

-No te preocupes, fue mi culpa también. ¿Estás bien?.

Asiento con la cabeza, aún un poco sorprendida por la situación.

Alexis me sonrió y me aseguró de que él esté bien también. Sus ojos cafés parecían brillar bajo la luz tenue de la plaza. Mis amigas, que observaban la escena desde lejos, se acercaron con curiosidad, reconociéndolo inmediatamente.

-¿Eres Alexis? ¡Eres el amigo de Oscar!- exclamó una de mis amigas, emocionada.

Alexis asintió con una sonrisa y empezamos a conversar animadamente sobre el concierto y la música. Resultó ser increíblemente amable y accesible, haciendo que la tensión inicial se disipara rápidamente. Comentó sobre la emoción que había detrás del concierto y lo entusiasmado que estaba por ver a todos los fans disfrutando.

Mientras hablábamos, mis amigas no podían contener su emoción y me lanzaban miradas cómplices. Fue entonces cuando, con un poco de valentía, les mencioné que también estaba emocionada por el concierto y que había estado esperando ansiosamente para ver a Oscar en vivo.

-¡Entonces nos veremos allí!- dijo Alexis con una sonrisa, pareciendo emocionado.

Después de intercambiar algunos detalles sobre el concierto y despedirnos, mis amigas y yo continuamos con nuestra búsqueda de ropa. Esta vez, sin embargo, mi mente estaba en otro lugar, emocionada por el encuentro casual que había hecho la tarde mucho más especial.

Nos pasamos horas buscando qué ponernos, probándonos mil combinaciones de ropa, y después de muchas risas y discusiones, por fin encontramos los outfits perfectos. Fue toda una odisea, pero valió la pena cuando nos miramos al espejo y nos dimos cuenta de que estábamos listos para salir. Con todo listo, nos fuimos a Starbucks.

Una vez en Starbucks, pedimos nuestras bebidas favoritas. El ambiente era relajado, con el suave murmullo de la gente conversando y el aroma del café por todos lados. decidimos sentarnos en las mesas de afuera y empezamos a platicar sobre como conocimos al famoso Alexis. La emoción y la sorpresa todavía nos rondaban; era increíble pensar que habíamos conocido a alguien tan famoso.

En medio de la plática, empezaron a recordarme el momento más vergonzoso del día: cuando choqué con la persona que me gusta. Apenas pude decir una palabra cuando me encontré de cara con él. Mis amigas no paraban de reírse y burlarse de mí. "¿En serio? ¿Tenías que chocar con él justo en ese momento?", decían entre carcajadas. No podía hacer otra cosa que reírme también, aunque mi cara seguía roja de la vergüenza cada vez que lo recordaba.

Intenté defenderme, diciendo que fue un accidente y que cualquiera podría haber tropezado, pero sus miradas burlonas decían todo. "Claro, claro, seguro fue un accidente", decían con tono sarcástico. Al final, nos la pasamos riendo y haciendo chistes sobre el incidente, convirtiendo mi momento embarazoso en una historia divertida para contar en el futuro.

Después de una tarde larga llena de cosas por hacer, por fin estoy en casa. El silencio de mi hogar es un buen contraste con el ajetreo del día, y me da un momento para relajarme y pensar. Mientras me acomodo en el sillón, no puedo dejar de pensar en Alexis. Pienso en la conversación que hemos tenido y en las risas compartidas.

Cada vez que me pierdo en mis pensamientos, vuelvo a la misma idea: mandarle un mensaje. La tentación de escribirle es fuerte, casi irresistible. Pero me da un poco de pena y nervios. "¿Y si no me responde como espero? ¿Y si parezco demasiado insistente?", o bien no me contesta ya que son miles de personas mandándole dms.

Decido no hacerlo. Prefiero guardar mis sentimientos y pensamientos para mí, aunque no puedo dejar de darle vueltas al asunto. Me digo a mí misma que es mejor esperar, dejar que las cosas fluyan y no forzar nada. Quizás mañana, con la mente más despejada, encuentre el valor para dar el primer paso. Por ahora, me consuelo pensando que tal vez Alexis también esté pensando en mí pero eso es imposible, aunque algo dentro de mí dice que pronto llegará un momento adecuado para volver hablar.

𝖨𝗆𝗉𝗈𝗌𝗂𝖻𝗅𝖾 |𝖠𝗅𝖾𝗑𝗂𝗌 𝖥𝗂𝖾𝗋𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora