XII.

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Tras leer el mensaje, sin pensarlo Izuku presionó el icono de llamada.

Pegando el móvil a su oído, se llevó una mano a la boca para comenzar a morder una de sus uñas en señal de ansiedad.

Su padre era un hombre fuerte, si pero ya mayor, así que en este punto si su madre decía que estaba un “poco” delicado de salud simplemente no podía pasarlo por alto. Especialmente con ese mal hábito que tiene de siempre minimizar las cosas con tal de no preocuparlo.

La llamada entro y al segundo sonido fue atendida.

—¿Izuku?

—¿Por qué papá está delicado de salud? ¿Qué le sucedió? —pregunto inmediatamente.

Inko del otro lado de la línea suspiró muy bajito mientras su mirada se desviaba hacia su marido que yacía dormido.

Probablemente no debió escribirle eso a Izuku al ser el primer mensaje que recibía de él en meses, pero su hijo tenía derecho a saber del estado de salud de su padre aunque estuviera lejos, ¿verdad?

—Verás, tu papá se cayó de la escalera mientras cortaba los melocotones del árbol —Inko le escucho respingar tras decir aquello. — No te asustes, realmente no fue una caída grave porque apenas estaba en el tercer escalón de la escalera, aunque tiene un esguince en el tobillo no se lastimó en ninguna otra parte y está sanando a buen ritmo. —aseguró.

—¿De verdad? —preguntó, no exactamente porque dudara de su madre, pero la preocupación que aumentaba demás debido a su estado, era lo que le exigía verificar.

E Inko se dio cuenta de que había algo diferente en su pequeño cuando le escucho casi al borde del llanto.

—¿Estás con él? ¿Puedo hablarle? ¿O debería regresar al pueblo para verlo?

Izuku siempre se preocupa. Es algo natural en él por su corazón amable, pero de eso a estar al borde del llanto por un simple esguince que ya estaba sanando era extraño.

Levantándose con cuidado, salió de la para no despertar a su marido.

—Mi niño, te puedo asegurar que tu padre está bien pero ¿tú lo estás? —preguntó ahora también preocupada. — Te escuchas más sentimental de lo normal. —«justo como yo cuando estaba embarazada de ti», pensó, pues a veces solía llorar hasta por ver morir un insecto.

E Inko respingo al darse cuenta de su propio pensamiento.

No, su pequeño no podía estar embarazado. Seguro solo era un efecto de estar lejos.

Izuku quién si estaba a nada de romper en llanto se limpio la nariz. Estaba sentado en la cama, e inconscientemente se llevó una mano al vientre.

¿Debería decirle que está embarazado? ¿Sería menos doloroso escuchar su decepción a través del teléfono que verla en persona deformando la expresión en su rostro?

En ese momento la puerta de la habitación se abrió; era Katsuki.

Al ver qué Izuku tenía el movió pegado a la oreja, no habló pero sus instintos estaban en alerta pues había percibido su aroma alterado hasta su estudio, y este se encontraba en el primer piso.

Se preocupó, así que decidió subir para saber lo que sucedía pero cuando le vio hablando por teléfono, sin necesidad de palabras, solo con ver sus ojos aguados al borde del llanto y la forma en que le extendió su brazo libre para que se acercara, lo entendió.

Izuku estaba hablando con sus padres.

Acercándose para tomar la mano extendida de Izuku, se arrodilló sobre el alfombrado, quedando justo entre sus piernas le abrazo el torso y le miró fijo. Izuku enredó sus dedos entre su cabello con la forma de una caricia, en busca de seguridad y apoyo para poder seguir hablando sin romper en llanto aún cuando ya estaba al borde.

Déjame estar a tu lado | KatsuDeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora