Hogwarts, 15 de Septiembre de 1890.
Estaba sentada en uno de los sofás del pasillo de la Torre de Defensa contra las Artes Oscuras, absorta en un grueso tomo de pociones que me había prestado el profesor Sharp. La luz tenue de las antorchas parpadeaba suavemente, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra. El sofá en el que me acomodé era sorprendentemente cómodo, con cojines mullidos que se hundían bajo mi peso, mientras el ambiente se llenaba con el aroma a cuero viejo y pergamino.
De repente, una voz me susurró al oído desde atrás, haciéndome dar un respingo. "Estudiar tanto va a terminar friéndote el cerebro", dijo la voz, con un tono burlón. Me giré bruscamente, con el corazón aún acelerado, solo para encontrarme con los ojos traviesos de Sebastian. Se rió al ver mi reacción asustada y, aunque intenté fulminarlo con la mirada, su risa era tan contagiosa que no pude evitar sonreír.
—Idiota —lo regañé, aunque sin mucha convicción.
—¡Vaya! Y yo que venía a enseñarte uno de mis mejores secretos —dijo, llevándose la mano al corazón con un dramatismo fingido.
—¿Secretos? —alcé una ceja, intrigada.
Él subió y bajó las cejas de forma exagerada, y yo negué con la cabeza, divertida por su teatralidad.
—Por cierto, quería darte las gracias por lo que hiciste en la biblioteca —dije, poniéndome más seria.
—No es nada —respondió encogiéndose de hombros. —Scribner intentó castigarme, pero tengo mis formas de librarme de esas cosas —dijo, con una sonrisa astuta.
—Oh, por supuesto, olvidaba que estaba hablando con el señor Misterioso —bromeé. —No, en serio, te la cargaste por mí. Y eso no es poca cosa.
—¿Al menos encontraste lo que andabas buscando? —preguntó.
—Sí... Pero faltaba algo... —miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie estaba fisgoneando nuestra conversación. —No sé si este es el lugar indicado para hablar de ello —bajé la voz.
—Entendido —asintió. —Podemos hablar más en el sitio exclusivo y secreto que iba a enseñarte. La Bóveda. Ni siquiera los profesores la conocen. Sígueme.
Intrigada, seguí a Sebastian mientras giraba a la izquierda, pasando las escaleras. Detrás de una gran columna de mármol se encontraba un antiguo armario de madera, adornado con complejos mecanismos de reloj en la puerta. Sebastian giró las manetas con destreza, colocándolas a las tres en punto, y entonces, la puerta se abrió con un suave crujido.
La habitación que se reveló ante nosotros era de piedra, iluminada por antorchas de luz tenue que proyectaban sombras misteriosas en cada rincón. Las paredes estaban cubiertas de estantes llenos de objetos curiosos y libros antiguos. En el centro de la sala, maniquíes de entrenamiento, algunos con evidentes signos de uso, se erguían como guardianes silenciosos. El ambiente era fresco y un tanto húmedo, y el leve eco de nuestros pasos añadía un aire de clandestinidad.
—¿Cómo has encontrado este sitio? —pregunté asombrada, con mis ojos recorriendo cada rincón de la Bóveda, maravillada por el descubrimiento.
Sebastian sonrió, con un destello nostálgico en sus ojos. —Por mi amigo, Ominis Gaunt. Él lo llamó "La Bóveda". Solíamos jugar a los gobstones aquí continuamente con mi hermana Anne —suspiró profundamente, con la voz teñida de tristeza. —Ella adoraba el dichoso juego. Daría lo que fuera por perder contra ella de nuevo... No te lo había dicho, pero le juré a Ominis que cuidaría este lugar, así que, por favor, que quede entre nosotros. Ominis no se fía de nadie, pero ha confiado en mí desde el día en que nos conocimos. No querría estropear eso. Solíamos colarnos aquí todos los días. Nunca nos han pillado.
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Reina de Sombras (Sebastian Sallow / Ominis Gaunt)
FanfictionKatherine Lestrange es una joven bruja mestiza que descubre sus orígenes mágicos tras pasar sus primeros 15 años de vida en un orfanato. Durante su primer curso en Hogwarts en el año 1890-1891, descubrió la magia, el amor, y la amistad, aunque por e...