Universidad de Avalon, 31 de Octubre de 1894.
Salimos de la Facultad de Misterios, y la quietud del patio contrasta violentamente con el caos que revuelve en mi interior. La oscuridad del lugar parece absorber los sonidos de nuestros pasos, dejándonos en un silencio inquietante que no hace más que amplificar el tumulto en mi mente. No puedo detener el torrente de pensamientos que me invaden, ni el eco del beso que compartimos hace apenas unos minutos. ¿Qué acabo de hacer?
Apresuro el paso, con la desesperación de quien huye de un incendio, tratando de dejar atrás la cercanía de Sebastian, el fuego que me provoca su presencia, la culpa que arde en mi pecho. Necesito distanciarme de él, de esto, de mí misma. Pero el destino parece tener otros planes.
De repente, siento su mano firme cerrándose alrededor de la mía, obligándome a detenerme en seco. El contacto es eléctrico, un recordatorio de lo que acabo de hacer y de lo que quiero olvidar. Giro sobre mis talones, enfrentándolo con una furia que no sé si es hacia él o hacia mí misma.
—Suéltame —exijo, mi voz es un susurro lleno de veneno, y mis ojos buscan los suyos, cargados de una emoción que no sé cómo controlar.
Pero él no cede. Su mirada es intensa, su expresión grave, como si algo en él también estuviera al borde de romperse. Entonces, su voz, baja y firme, atraviesa el silencio entre nosotros.
—Rompe con él —me ordena.
Las palabras me golpean como una bofetada. Su tono es duro, pero hay algo más, algo que no debería estar allí. Miro sus ojos, y detrás de la máscara de su determinación, veo un brillo de vulnerabilidad que me desarma, que me muestra que, por muy fuerte que quiera parecer, hay algo que también lo está destruyendo desde dentro.
—Sebastian... —empiezo, pero mi voz se quiebra bajo el peso de lo que no puedo decir.
—Rompe con él —repite, aunque ahora su voz suena más como una súplica que como una orden. Es una petición desesperada, un grito silencioso que reverbera en el espacio entre nosotros.
Cierro los ojos por un instante, intentando reprimir las lágrimas que amenazan con escapar. La culpa se mezcla con la tristeza y el deseo, creando una tormenta en mi pecho.
—Le quiero, Sebastian —mi voz tiembla, como si con cada palabra se rompiera un pedazo de mi corazón—. Estuvo conmigo durante mis peores momentos, justo cuando necesitaba a alguien, y me fui enamorando de él. No importa lo que sienta por ti, yo... jamás le abandonaré.
Las palabras quedan suspendidas en el aire, y puedo ver cómo Sebastian tensa la mandíbula, sus ojos no se apartan de los míos, como si quisiera encontrar alguna señal, algún resquicio de duda que pudiera aprovechar. Pero no la hay. Lo que siento por Ominis es real, profundo, aunque ahora se vea ensombrecido por la confusión que Sebastian ha sembrado en mi corazón.
De repente, una voz fría y cortante interrumpe el momento, haciendo que ambos giremos la cabeza.
—Aléjate de ella.
Ominis está allí, su figura erguida en la penumbra, una túnica de gala cubriéndole como si fuera una armadura. A su lado, Loxias Blackthorne, silencioso e imponente, como una sombra amenazante.
El miedo se apodera de mí, un miedo que no había sentido antes, al ver a Ominis fuera de sí. Su calma habitual ha desaparecido por completo, reemplazada por una furia contenida que jamás había visto en él.
—Ominis... —intento hablar, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta.
Él no me mira. Toda su atención está fija en Sebastian, una mirada de advertencia y desafío que envía escalofríos por mi espalda.
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Reina de Sombras (Sebastian Sallow / Ominis Gaunt)
FanfictionKatherine Lestrange es una joven bruja mestiza que descubre sus orígenes mágicos tras pasar sus primeros 15 años de vida en un orfanato. Durante su primer curso en Hogwarts en el año 1890-1891, descubrió la magia, el amor, y la amistad, aunque por e...