CAPÍTULO 19. LAS SOMBRAS DEL AMOR (PASADO)

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Bosque Prohibido, 24 de Diciembre de 1890.

Cuando la profesora Howin dio por terminada la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, el cielo afuera ya había comenzado a oscurecer, tiñendo el horizonte de tonos azulados y morados. Los estudiantes, cansados y charlando entre ellos, se dirigían hacia la salida del aula. Yo me movía con la misma lentitud, recogiendo mis pertenencias con un sentimiento de pesadez en el pecho. La conversación con el tío de Sebastian del día anterior había sido difícil, y el peso de sus palabras aún me aplastaba.

Al ver que el aula se vaciaba lentamente, me giré hacia Sebastian, que había permanecido atrás, aparentemente esperando a que todos se marcharan. Me encontré con su mirada, que era una mezcla de ansiedad y determinación, tan intensa que me hizo olvidar momentáneamente el mundo a mi alrededor.

—¿Hablaste con mi tío? —preguntó, sus ojos estaban fijos en los míos. Su voz, a pesar de la preocupación, sonaba firme y esperanzada.

Me mordí el labio, intentando encontrar las palabras adecuadas para transmitir lo que había sucedido. Sabía que lo que tenía que decir no le gustaría.

—Ojalá tuviese mejores noticias... —susurré, con la voz temblando ligeramente. —No quiere que te acerques a Feldcroft. Ni a Anne... —solté un largo suspiro, sintiendo la frustración y la impotencia nublando mis pensamientos.

Sebastian frunció el ceño, sus cejas se juntaron en una expresión de desafío.

—Si cree que voy a rendirme, está muy equivocado —declaró con una firmeza que resonó en el silencio del aula vacía.

No sabía qué responder. La idea de que pudiera enfrentar la desaprobación del tío de Sebastian, y la amenaza de que podría informar al director sobre nuestra incursión en la magia oscura, era abrumadora. Intenté encontrar una manera de ser honesta sin desalentarlo.

—Amenazó con contarle al director que estábamos usando magia oscura —confesé, llena de preocupación. Cada palabra parecía cargar más peso sobre mis hombros.

La mirada de Sebastian se endureció, pero su voz estaba llena de una determinación ardiente.

—No pienso perderla —dijo con una resolución inquebrantable.

—Lo sé, Sebastian —susurré, mirando profundamente en sus ojos oscuros, tratando de transmitirle todo el apoyo que sentía. —Y no pienso dejarte solo en esto —dije. —Prometo estar a tu lado.

Sebastian se acercó y, con una ternura inesperada, me acarició la mejilla. Su sonrisa cálida y sincera me hizo sentir un calor reconfortante que contrastaba con la fría desesperanza que me había invadido. Era como si en ese breve instante, el mundo se hubiera reducido a solo nosotros dos, y todos los problemas parecieran desvanecerse.

Cuando salimos del aula y nos dirigimos hacia el castillo, el frío de la noche se hacía más intenso, y las sombras alargadas de los edificios proyectaban un manto de misterio sobre el suelo. Sebastian me agarró de la mano de manera inesperada, deteniéndome en seco.

—¿Qué haces? —pregunté, sorprendida y confundida.

—No creerás de verdad que me he olvidado de tu cumpleaños, ¿verdad? —dijo con una chispa de diversión en su voz. —No se cumplen dieciséis años todos los días.

Mi corazón se aceleró ante sus palabras. En medio de toda la tensión y la preocupación por su hermana, el hecho de que Sebastian hubiera pensado en algo como la celebración de mi cumpleaños, me hizo sentir una oleada de alegría. Sus palabras, aunque casuales, estaban cargadas de una ternura infinita, que me hizo sonreír.

Reina de Sombras (Sebastian Sallow / Ominis Gaunt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora