Capitulo 18: Volar

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Campanilla llevó a Wendy a la hamaca y le contó la historia. La historia que la hizo querer sonreír y llorar al mismo tiempo. La historia que convirtió a Campanilla en ella.

Peter Pan nunca falla. Campanilla lo sabía, sabía que él nunca le entregaría a Félix, pase lo que pase. Él era su único amigo. Su único aliado. Ella tendría que luchar para que Félix fuera suyo.

El verano había sido largo. Aunque la jungla estaba fría, Campanilla sabía que era verano de alguna manera. Era un instinto de hada. El invierno quería hacerla llorar. Era una época en la que todas las flores morían y la nieve caía al suelo. El otoño la hacía sentir fría. Era el comienzo del invierno. Cuando el viento cortaría sus alas. Los árboles eran bonitos de ver, pero ella sabía las profundidades heladas que estaban por venir. La primavera la hacía feliz. La hacía sentir extática.

Lo único que esperaba con ansias todos los días en Nunca Jamás era a Félix. Pan siempre estaba ocupado pensando en su árbol mental. A veces se ausentaba por un par de horas, a veces solo unos minutos. Pero últimamente, los niños que lloraban pidiendo ayuda en el reino humano atraían toda su atención. En esas largas horas en las que traía a esos nuevos niños a Nunca Jamás, Pan se aseguraba de que Félix siempre estuviera vigilando a Campanilla.

Al principio estaba triste. Peter ya no tenía tiempo para ella. Solía ​​entrenarla para que recuperara su magia. Sin embargo, con el tiempo, ella empezó a necesitarlo un poco menos cada día.

Una noche, mientras estaba sentado en uno de los troncos junto a la hoguera, Félix le mostró algo. De vez en cuando, Pan tocaba su flauta para ver si Campanilla podía oírla, pero nunca lograba que el sonido llegara a sus oídos. Esa noche, Félix le mostró su propia flauta. Estaba hecha de madera de la jungla, hecha a mano y tenía detalles muy nítidos. La dejó sostenerla y la observó mientras la tocaba suavemente. La observó sonreír.

"¿Te gusta?", preguntó Félix mientras observaba sus ojos azules brillar de felicidad. Ella sonrió y asintió. Su rostro ya no tenía cicatrices. No había nada feo en sus rasgos. Su cabello rubio siempre estaba desordenado en la parte superior de su cabeza. Ella lo miró junto al fuego resplandeciente.

"¿Tocas para mí?", preguntó ella, luciendo un poco avergonzada.

—No podrías oírlo... —murmuró. Ella le entregó la flauta expectante. Él suspiró y se llevó la flauta a los labios.

Al principio, el sonido era sordo, tan sordo que Campanilla no sabía si lo estaba escuchando o imaginando. Pero luego se hizo más fuerte. Era hermoso. Era ligero y alegre. La melodía fluía por el aire y cada nota latía contra su corazón.

Felix se veía tan guapo cuando tocaba. Le sorprendió pensarlo, pero ¿quién no lo haría ahora? Su mandíbula sobresalía mientras tocaba. Sus ojos azul pálido se fijaron en los de ella. Sintió que se sonrojaba. La canción terminó y el rostro de Campanilla se iluminó.

"¡Lo escuché! ¡Fue tan hermoso!" Ella se rió. Nunca imaginó que podía ser tan feliz. Después de todo lo que le había pasado, nunca imaginó que podría reír o sonreír sinceramente otra vez. Felix también sonrió, lo que la hizo mirarlo en estado de shock.

—Entonces supongo que soy especial, ya que no puedes escuchar a Pan... —Agachó un poco la cabeza.

"Eres especial..."

A medida que pasaban los días, Campanilla empezó a prestar más atención a Félix que antes. Ya no le preocupaba el asunto de Pan con los Niños Perdidos, sino si él se quedaba fuera para poder ver a Félix.

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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La Redención de Pan [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora