P3 ¦¦ Mi Colorado

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¬ Marsella, Francia

Tras una larga jornada de viaje desde Perú, Stefano llegó junto a sus compañeras a la ciudad del sur de Francia. El clima era más acogedor que en Lima; las brisas del Mediterráneo rozaban su piel suavemente. El ambiente era tranquilo, sin el estrés de la capital peruana. Aunque el sueño que tuvo lo había dejado inquieto, seguía pensando en si ese chico era realmente la persona en la que no podía dejar de pensar.

Los tres fueron guiados por el personal del evento hacia su alojamiento para las próximas semanas.

A pesar del largo viaje, Stefano no logró conciliar bien el sueño, y no dejaba de cabecear en el auto. Sus compañeras tuvieron que cuidarlo hasta su llegada.

Las villas olímpicas no eran ni buenas ni malas, pero al menos ofrecían un lugar seguro. Stefano esperaba con ansias sentir la comodidad de la cama y echarse una siesta indefinida, pero olvidó que el colchón era anti-sexo, lo que lo hacía sentir como si estuviera durmiendo sobre una roca.

—Esto es peor que el avión —dijo Stefano, sintiendo la dureza de la cama

—Sí, son las famosas camas para que no haya travesuras —respondió María Belén

—¿Y a quién me voy a subir a estas alturas? Como si quisiera acostarme con algún atleta —contestó Peschiera, algo fastidiado por la regla

Sus compañeras, María Belén y Florencia, solo rieron ante el comentario, sabían que Stefano era muy detallista en lo sentimental y un hombre pasional en demostrar cuan enamorado estaba.

—No lo sé, Stefano, pero quién sabe, alguien podría caer en esa cama —dijo Florencia, riendo simpáticamente

—Ya sería un surfista... —dijo Stefano, antes de detenerse y darse cuenta de lo que acababa de decir—. Eh, digo...

Stefano quedó mudo tras haber revelado sin querer la disciplina del "afortunado". No entendía qué le pasaba; era como si su autocontrol hubiera decidido tomarse unas vacaciones sin tiempo de regreso. Las dos jóvenes quedaron en silencio al escuchar esa palabra. Se miraron entre sí, tratando de contener una sonrisa cómplice. La primera en romper el silencio fue María Belén, que no pudo evitar levantar una ceja con picardía.

—¿Surfista, eh? —dijo, dejando que el momento se alargara—. Ya tienes a tu presa, Stefano, ¡jaja!

Stefano, al darse cuenta de lo que había dicho, sintió cómo el calor subía a sus mejillas. Volvió a estar "colorado" como aquella vez con Alonso. Intentó restarle importancia con un gesto de la mano, pero sus compañeras ya estaban más que intrigadas.

—Vamos, dilo, nada saldrá de esta habitación

—No, solo lo dije porque... —hizo una pausa, consciente de lo mal que mentía—. Pensé en una película

—¿Ah sí? ¿Cuál? —preguntó Florencia

Stefano volvió a quedarse sin palabras. Pensó y pensó en qué película podría ser, pero ninguna se le venía a la mente con temática de surf, hasta que fue interrumpido por sus compañeras.

—Ya sabemos, Stefano, te gusta Sol Aguirre. Es la única chica de surf —dijo María Belén, tratando de romper la tensión—. Ay, amigo, la próxima vez, sé más táctico.

Con eso dicho, las chicas prefirieron salir a explorar el lugar, dejando solo al barbón. Este respiró hondo y se calmó; estuvo a punto de arruinarlo todo, hasta que un milagro lo salvó.

Fue a beber un poco de agua de la pequeña nevera del lugar para refrescarse y bajar su temperatura cuando su celular sonó con una notificación de mensajes. Lo tomó, y al ver quién era, casi escupe el agua de su boca.

¦¦¦ Chat

Alonso: ¿Cómo voy a olvidarte, "mi Colorado"? 😆

Alonso: No, solo que mi vuelo tuvo dos escalas 😓

Alonso: Pero al fin estoy en mi cuarto, aquí en Tahití 😎

Stefano leyó el mensaje una y otra vez, fijándose en esas dos palabras: "mi Colorado". Era más que un simple apodo; había algo íntimo y personal en la manera en que Alonso lo llamaba así. Sintió un nudo en el estómago y una extraña mezcla de nerviosismo y emoción.

¿Qué era lo que estaba sintiendo por el chico de rulos? ¿Era amistad o un sentimiento más allá? Stefano nunca había pasado por algo similar antes. Tenía amigos, pero Alonso era diferente; había algo en él que lo cautivaba y no lograba entender del todo.

Stefano siempre se había considerado alguien seguro en sus relaciones, especialmente con las chicas, donde siempre había mostrado su lado más atento y detallista. Pero ahora, ante Alonso, se sentía vulnerable, lleno de dudas que no lograba resolver. ¿Acaso este nuevo sentimiento significaba algo más?

Tomó una de las toallas que estaban en el armario para secarse y suspiró tranquilamente antes de dejarse caer en la cama, intentando convencerse de que solo fue una broma o un simple cumplido. Aunque era un hombre seguro en su deporte, se hundía en dudas cuando trataba de entender a los demás.

—"Mi Colorado"... —murmuró, dejando que el apodo se asentara en su corazón mientras cerraba los ojos, finalmente sintiéndose listo para enfrentar lo que fuera que significara ese "mi" tan especial.

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Mi única medalla eres tú - Alonso Correa & Stefano PeschieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora