P10 ¦¦ No soy posesivo

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Las últimas novedades en el Perú llegaban como olas golpeando el casco de un bote; de pronto, como si fuese de una gran velocidad, el nombre de aquel crespo al que se había acercado a Peschiera era ya conocido en el territorio nacional. 

Los medios de comunicación lo aclamaban y destacaban sus logros en las olas de la Polinesia Francesa, generando un cambio en las noticias del deporte, desplazando sutilmente la atención el futbol por el surf.

¬ 28 de julio

Al terminar la primera fase de surf, le seguía un día memorable para el Perú; nada más que el día de la independencia. Era un escape de la vida cotidiana para sentirse más peruano que nunca, orgulloso y conversando sobre lo que el país puede destacar.

Justamente en Tahití, ya a la medianoche, Alonso estaba aún acostado en su cama, viendo algunas fotos pasadas suyas, cayendo en un pequeño tiempo instante de nostalgia. Hasta que su pantalla cambio de su galería a su centro de llamadas.

—"¿Sabes que hora es?"— respondió con un ligero tono alegre.

—"Jajaja, verdad la diferencia de horarios"— respondió Stefano en el otro lado de la línea.

—"Pero me pregunto que hace mi Colorado llamándome a esta hora"— mencionó algo misterioso y dudoso Alonso.

—"¿Acaso no puedo saludarte para desearte un feliz 28?"— contestó Stefano.

—"Ah, verdad, feliz 28 brother. No lo he olvidado, solo que me agarraste así de frío"— Alonso

—"Jejeje, no, tranquilo. Igualmente, gracias. Quería ser el primero en saludarte"— confesó Stefano 

—"¿Cómo? O sea, soy el primero, ¿por qué?" - dijo Alonso misterioso

Stefano sonrió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y alegría al escuchar la voz de Alonso del otro lado de la línea.

—"No es nada fuera de lo común, solo pensé que, bueno... Era un buen momento para hablar contigo. No te preocupes, no soy posesivo" — dijo Stefano, tratando de sonar despreocupado, aunque su corazón latía más rápido de lo normal.

Alonso se rio suavemente al otro lado de la línea.

—"Jejeje, nunca dije que lo fueras, Colorado. Pero, ¿qué pasa por tu cabeza a estas horas?"

Stefano se quedó en silencio por un momento, intentando encontrar las palabras adecuadas. Tenía noción de lo que sentía por Alonso, pero siempre había sido cauteloso. No quería que su cercanía, por decirlo así, lo hiciera parecer controlado por sus emociones.

—"Es solo que... me importa mantenernos cerca, aunque estemos kilómetros a distancia, pero sin que te sientas presionado. Quiero que siempre tengas tu espacio, que sigas siendo tú mismo. No soy posesivo, lo sabes, ¿verdad?" — Stefano finalmente se atrevió a decirlo, su voz denotando un leve rastro de vulnerabilidad.

Alonso permaneció en silencio por un par de segundos, entendiendo lo que su amigo trataba de transmitir.

—"Lo sé, Stefano. No tienes que preocuparte bro. Tú y yo, somos libres; literalmente, cada uno con su vida. Pero eso no significa que no podamos estar ahí el uno para el otro cuando más lo necesitamos, además hasta donde sé somos amigos" — respondió Alonso, con un tono más suave.

Stefano exhaló, aliviado. La conversación había tocado un punto que temía abordar, pero ahora sentía que había liberado una parte de sí mismo. Pero esa última inclusión de Alonso lo tenía con la soga en la garganta, la maldita traba, por decirlo de tal forma, que lo alejaba de su objetivo.

—"Entonces, ¿mejor ahora? ¿Feliz 28?" — Stefano dijo con un ligero tono juguetón, tratando de romper la tensión que él mismo había creado.

—"Feliz 28, Colorado. Y tranquilo, no te preocupes, todo está bien. Nos vemos pronto, ¿sí? En unos días ya estaremos juntos de nuevo" — respondió Alonso, con una sonrisa que Stefano casi podía sentir a través del teléfono.

—"Sí, juntos en París" — respondió Stefano como deseado que ya se aproxime ese día.

¬ Horas más tarde

El día fluyo rápidamente en Francia, como en los demás puntos de desarrollo de los Juegos Olímpicos. Como los veleristas estaban en la ciudad portuaria de Marsella, no hubo un ferviente sentimiento de peruanismo en ellos, ya que la ciudad no ayudaba demasiado, quizás la ausencia de las casonas del centro histórico, o las bellezas de cada parte del país que marcaban el toque de representación nacional.

Ya en la noche, tras haberse comunicado brevemente con Alonso, Stefano se dejó caer en el sofá de su apartamento. Su cabeza daba vueltas. Quería estar ahí, a su lado, pero sabía que tenía que darle su espacio. No soy posesivo, se repetía, aunque sus emociones parecían decir lo contrario.

María Belén entró en el apartamento poco después, tras haber ido a dar un respiro afuera, percatándose de inmediato de la inquietud de su amigo.

—"Todo bien, ¿Stefano?" — preguntó mientras dejaba su mochila en el suelo y se acercaba a él

Stefano asintió, aunque su expresión delataba otra cosa.

—"Es solo... Alonso. Ganó la primera fase, y me siento orgulloso por él. Aunque, a la vez, no puedo dejar de pensar que estoy estancado, esperando que algo suceda entre nosotros" — confesó, pasando una mano por su cabello con frustración.

María Belén lo miró, sabiendo qué había más detrás de esas palabras.

—"Stefano, lo que sientes por Alonso no es un problema. Pero quizás... te estás exigiendo demasiado. Tal vez estás esperando que él dé un paso que no está listo para dar" — dijo suavemente.

Stefano suspiró. Sabía que ella tenía razón, pero el miedo de perder todo lo que ya estaba construido que tenía con Alonso lo atormentaba.

—"No quiero ser de esos que presionan...  Los tóxicos o idealistas. Que esperan más de lo que la otra persona puede dar. Lo último que quiero es que él piense que soy un problema y se espante" — dijo Stefano con sinceridad, mientras se levantaba y comenzaba a caminar por el salón.

—"No eres posesivo, Stefano, y dudo que lo seas si consigues tener en una relación con Alonso. Pero tienes que recordar algo: si él te importa, también debes darle su propio espacio para decidir qué quiere. El amor, por lo que tengo de experiencia, no es solo estar cerca; a veces también implica saber cuándo alejarse un poco, suena mal, pero no podemos cegarnos ante ello" — le recordó María Belén, poniéndose de pie y acercándose a él.

Stefano se quedó en silencio por unos momentos, reflexionando sobre sus palabras. Entonces, una idea le cruzó por la mente. Tal vez ya era hora de hacer algo.

—"María, ¿qué pensarías si me alejo por un tiempo? Si le doy a Alonso el espacio que necesita, sin desaparecer por completo, pero sin estar tan encima de él. Como un respiro para ambos" — dijo de repente, mirándola a los ojos.

María Belén lo miró sorprendida, pero asintió lentamente en silencio.

—"Creo que sería una buena decisión, Stefano. Pero no lo fuerces por miedo a ser posesivo. Hazlo porque es lo mejor para ti y para él. Si realmente hay algo entre ustedes, el tiempo lo dirá, pero tampoco esperes demasiado, debes saber el momento exacto, como te lo dije la vez pasada" — respondió ella, sonriendo con comprensión.

Stefano asintió, considerando que la decisión comenzaba a asentarse en su corazón. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que estaba tomando el control de sus emociones, sin dejar que lo dominaran en esta nueva aventura.

Ahora, con su mente más segura, opto por mentalizarse para su competición que sería en pocos días.

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Pd: Hola a todos, sé que demore demasiado en subir esta nueva parte, pero tuve algunos inconvenientes, sin embargo, trataré de ahora ser más constante, no será una historia muy prolongada como mis anteriores creaciones, así que espero acabar en este mes, gracias por el apoyo que he recibido de ustedes mis estimados lectores. :D

Mi única medalla eres tú - Alonso Correa & Stefano PeschieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora