P9 ¦¦ Gracias, Mary

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Mientras que en Tahití Alonso podía sentirse menos sopesado por el temor a ser juzgado por lo que sentía, en Marsella no era igual para Stefano. A pesar de haber aceptado sus sentimientos, no compartía la misma tranquilidad que su amigo; temía al prejuicio.

El último día del mes de julio, durante el desayuno, Stefano estaba junto a sus compañeras disfrutando del nuevo manjar que les habían proporcionado. Las dos mujeres estaban absortas hablando de los entrenamientos que habían tenido y de igual manera compartiendo consejos, mientras que Peschiera permanecía en silencio, mirando fijamente su taza de té. 

Entonces María Belén, percatándose del extraño comportamiento de su amigo, opto por conversar con él al momento de regresar a su apartamento.

El barbón no estaba casi de humor y al día siguiente tenía su primera fecha de competición, claro que María sabía de ello, por lo que creyó inicialmente que se trataba de temor al fracaso, siendo una rareza de él, ya que pocas veces se llena de ideas de tal circunstancia.

Al subir las escaleras, María le menciono a Florencia que quería hablar a solas con Stefano, quien estaba más adelante qué ellas, la chica asintió en silencio mirando los ojos de la velerista.

Stefano entró al condominio dejando junta la puerta y metiéndose a su habitación. Al oír la puerta cerrarse, tuvo certeza de que las chicas estaban dentro.

—"Stefano"— llamó María Belén, con firmeza

El mencionado, extrañado por el tono, se acercó al lugar de donde provenía la voz

—"Sí, ¿qué ocurre, María?"— preguntó Stefano

—"Sé que tienes algo que decirme"—dijo María, mirándolo con seriedad y compasión

—"¿A qué te refieres?"— miró hacia otro lado, tratando de distraerse —"No sé a dónde quieres llegar" 

—"Stefano, tú no eres así. Hay algo que te está atormentando y no puedes seguir ocultándolo"— rectificó María Belén

—"No tengo nada que ocultar, María, son cosas personales que no te incumben"— respondió, algo serio y a la defensiva

—"Stefano, es por tu bien, solo trata de buscar una solución"— dijo María, con empatía —"Si de verdad te enamoraste de Sol, eh... bueno, nosotras..."— en ese momento fue interrumpida

—"¡¡No se trata de ella!!" — dijo Stefano en voz alta

María quedó en silencio mientras Stefano respiraba profundamente, recuperando el aliento tras lo dicho. Los ojos del velerista comenzaron a cristalizarse poco a poco, como si todo lo que llevaba dentro hubiera colmado su límite, sin salida por dónde escapar.

—"Stefano, yo..."— intentó María Belén

—"Se trata de Alonso"— dijo sin titubear Stefano

El silencio se impuso en el ambiente, hasta que poco a poco se perdió entre las voces que transitaban afuera del lugar

—"¿Alonso? ¿Alonso Correa?"— preguntó María, acercándose, tratando de consolar su perturbación interna

Stefano no dijo nada, y sintiéndose cada vez más acorralado por ella, no tuvo más remedio que apoyarse contra la pared y deslizarse hasta quedar sentado en el suelo.

—"Dime, Stefano, ¿qué tiene de malo?"

—"Me gusta..."

María vio cómo de los ojos de Stefano comenzaban a brotar lágrimas que humedecían su barba.

—"Te gusta Alonso Correa, el surfista"

Peschiera asintió, sin mucho más que decir. María entonces se acercó y lo abrazó fuertemente, tratando de aplacar el temor que lo perturbaba por dentro.

—"Amigo, no te preocupes. Si te gusta Alonso, es porque así nació en ti. No estamos predestinados a seguir una relación que creemos que debe ser; creamos nuestro propio destino, que nos lleva a conocer a esa persona especial. Y tu corazón lo vio en el surfista, ya entiendo todo"

María, con su mano derecha, alzó la mirada de Stefano desde su mentón áspero. Sus ojos brillaron, casi enrojecidos por la luz que había en la habitación. Encontró un refugio, uno que no lo atormentaría más.

—"Gracias, Mary"—dijo mientras correspondía su abrazo

Y entonces ambos quedaron un gran rato entrelazados sin pensar en el final del acto, sintieron el nirvana que el ambiente logró provocar, Stefano ya no temía, al menos tenía a una persona que logró comprenderlo al fin.

—"Ahora solo te queda tomar la ola que te lleve a ganar su corazón"— mencionó María con alegría

Stefano volvió a sonreír tímidamente, consciente de que debía confesar su amor a Alonso.

—"Cuando acaben los Juegos y todos estemos en París, será el momento adecuado"—dijo Stefano

María Belén asintió, sus ojos brillando, con una complicidad que solo una verdadera amiga podría ofrecer.

—"Sabes, estarás en París... la ciudad del..."

—"Amor..." —completó Stefano, dejando que la palabra se deslizara suavemente de sus labios, como si el solo pronunciarla hiciera que el peso de sus temores desapareciera un poco más

María Belén le dio una palmada en el hombro, reafirmando el vínculo de amistad que los unía.

—"Y con todo el amor que ya llevas dentro, estoy segura de que sabrás cuándo y cómo decirle lo que sientes."

Stefano asintió, sintiendo un calor reconfortante en su pecho. Sabía que ese momento llegaría y que cuando lo hiciera, estaría listo para enfrentarlo.

La decisión ya estaba tomada. Ahora, solo quedaba esperar, y prepararse para lo que vendría. 

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Hola a todos disculpen la inactividad, pero aquí les traigo un nuevo capítulo de esta historia, espero les guste.

Mi única medalla eres tú - Alonso Correa & Stefano PeschieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora