P8 ¦¦ El viento de Teahupo'o

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¬ 27 de julio; Tahití

A pesar de que en el hemisferio sur era temporada de invierno, en Tahití el clima cálido no parecía irse. Alonso despertó temprano, al igual que sus compañeros. El día había llegado. Era momento de dejar en alto el nombre del Perú como dueño de los mares.

Con el reloj marcando las 5:01 a.m., Alonso comenzó con unos estiramientos previos. Aún algo somnoliento, su mirada se desvió hacia el pequeño estante junto a la cama. Ahí, junto a su reloj, estaba el Zflip que todos habían recibido en los Juegos Olímpicos. Casi sin pensarlo, tomó el celular y revisó nuevamente aquellas fotografías que Stefano le había enviado. Recordar ese momento lo llenó de una mezcla de risa y calidez en el pecho. Fue justo lo que necesitaba para empezar el día con energía.

Después de ese breve momento de distracción, se dirigió al baño para asearse, dejando que el agua fría despertara sus músculos faciales y lo preparara para el desafío que tenía por delante. Mientras tanto, Sol ya estaba lista y trataba de despertar a Lucca, quien parecía decidido a quedarse en la cama.

—"Vamos, Lucca, es momento de salir" —insistió Sol por quinta vez—. "Realmente no se puede contigo"

Pero Sol sabía que entrar a la habitación de Alonso no era tan fácil; las puertas requerían tarjetas de acceso individuales. Decidida, sacó su celular y le envió un mensaje rápido a Alonso, pidiéndole que la dejara entrar.

||| Chat

Sol: Alonso, ¿me abres la puerta? Lucca sigue sin levantarse y necesito tu ayuda 

Alonso, mientras se cepillaba los dientes, escuchó la notificación. Abrió el mensaje y sonrió ante la persistencia de Sol. Tomó la tarjeta de acceso y abrió la puerta de su habitación, dejando que Sol entrara.

—"Gracias" —dijo ella al entrar rápidamente—. "Lucca está siendo imposible"

—"Ya voy" —respondió Alonso, con una idea en mente.

Ambos se dirigieron a la habitación de Lucca. Al llegar, Alonso usó su propia tarjeta para abrir la puerta, era un hack que pudo descubrir al momento de ir a su habitación. Al entrar, fue directo a la cama de Lucca. Con un movimiento rápido, retiró la manta que lo cubría y lo levantó con fuerza, dejándolo sin otra opción que levantarse.

A pesar de su plan inicial de cargarlo y tirarlo al suelo, para levantarlo con más ganas, decidió ser más empático. Afortunadamente, para Lucca, despertó al sentir la nueva sensación en su cuerpo.

Mientras los tres se preparaban, empacando lo necesario en sus respectivas mochilas y asegurándose de que sus tablas estuvieran listas, el celular de Alonso vibró. Al revisar de qué se trataba, una linda sonrisa se dibujó en su rostro.

—Hoy es tu día, Alonso. Dale con todo y demuestra quién manda en el mar. Recuerda que eres mi campeón

El mensaje era de Stefano, como Alonso había sospechado. De pronto, Sol se acercó a él, notando que no se movía.

—Alonso, ya es hora de irnos —dijo Sol.

—Sí, ya voy, Sol —respondió Alonso con un tono amigable y una expresión motivadora.

Los tres bajaron de la villa flotante, ya que se hospedaban en un crucero en lugar de las clásicas villas olímpicas residenciales hechas de concreto. Luego, emprendieron un pequeño viaje en bote hacia la playa de Teahupo'o, listos para enfrentar el desafío que el mar les tenía preparado.

En el trayecto Sol le preguntó a Alonso porque estaba algo sonriente tras haber leído su celular, este solo con los ojos le respondió de quién se trataba. Mientras que en Marsella, Stefano había calmado sus tensiones en Tahití desde el primer día, ya Alonso era seguro de lo que realmente sentía.

¬ En Marsella

En el otro lado del mundo, Stefano en su habitación optó por ver la competencia de surf tras un día arduo de ejercicios, siendo ya las 6:00 p.m. en Francia, supo que era la mejor opción ver a Alonso domar esas olas. Además, pensó de forma pícara que las fotos el día de ayer pudieron ayudar como una motivación.

Encendió su tablet y se acomodó en el sofá del departamento, aunque la distancia entre ellos era grande; Stefano sentía que; de alguna manera, estaban más cerca que nunca. Ver a Alonso en acción, surfeando con toda su pasión y habilidad, era un recordatorio de lo que significaba para él.

Luego de un largo tiempo, el comentarista anunció el inicio de la primera ronda, y Stefano sintió cómo su corazón latía con más fuerza. Aunque estaba a miles de kilómetros de distancia, en ese momento, sentía que compartía cada ola con Alonso.

—"Vamos, Alonso, este es tu momento"—murmuró para sí mismo, apretando los puños con emoción

¬ En Tahití

Alonso se preparaba para su turno, le toco la tercera serie. Sentía la mirada de Sol y Lucca sobre él, pero también sentía algo más, como si alguien más lo estuviera apoyando desde lejos. Esa sensación lo llenó de determinación y un objetivo claro, demostrar de que estaba hecho. Cuando llego su turno, Alonso miró hacia el horizonte y sonrió, sabiendo que, en algún lugar, Stefano estaba viendo y apoyándolo.

La competencia comenzó, sus rivales trataban de tener las mejores performances, pero Alonso se lanzó a las olas con una energía renovada. Cada movimiento, cada giro, era ejecutado con precisión y gracia. Mientras surfeaba, sentía una conexión con el mar.

Con la primera ola se hizo caracterizar que tenía a los jurados en la mira, logrando el puntaje más alto, de ahí las otras dos olas que vinieron complementaron su desarrollo.  En cada ola que conquistaba, en cada giro que realizaba, Alonso pensaba en Stefano, en cómo quería impresionarlo, demostrarle lo que podía hacer. Sabía que lo estaba viendo, y eso le daba más fuerzas para enfrentar a las olas.

En Marsella, Stefano seguía cada movimiento de Alonso en la pantalla, sus ojos brillando con admiración y cariño. Sabía que Alonso estaba dando lo mejor de sí, y en su corazón, sentía un orgullo inmenso. Aunque no estaban juntos físicamente, el lazo que los unía era más fuerte que nunca.

Alonso terminó su tercera ola con una última maniobra espectacular, ganando la ovación del público y el respeto de sus competidores. Exhausto, pero satisfecho, salió del agua, encontrando a Sol y Lucca, esperándolo con sonrisas y aplausos.

—"¡Eso fue increíble, Alonso!"— exclamó Sol, dándole una palmada en la espalda.

No pudo más que solo abrazarla y sentirse más orgulloso de su hazaña, iniciando de la mejor manera en sus primeros Juegos Olímpicos, al ver que había avanzado a la tercera ronda directamente, quería quebrarse, pero su interior evito que ocurra ello. Por dentro se dijo.

—"Solo quiero que el viento de Teahupo'o me lleve para volver a abrazarte solo un segundo, aunque sea solo un instante, mi Colorado"

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Mi única medalla eres tú - Alonso Correa & Stefano PeschieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora