P12 ¦¦ En visto

14 6 0
                                    


La luz del sol de la tarde entraba por las ventanas de la villa olímpica, proyectando sombras sobre las paredes mientras Stefano se sentaba en la cama, su mente dividida entre la competencia que se avecinaba y los mensajes que había decidido ignorar. Habían pasado cortos días desde la última vez que habló con Alonso, y cada notificación que sonaba en su teléfono era como una pequeña punzada en su pecho.

No era que no quisiera contestar. El crespo siempre sabía cómo arrancarle una sonrisa, incluso en los momentos más opacos que estaba afrontando. Pero esta vez, había algo más profundo que lo frenaba. 

Miedos antiguos que habían vuelto a la superficie, dudas que lo consumían cada vez que estaba a solas. Stefano sabía que no era justo con Alonso, pero ¿Cómo podía abrirse cuando ni siquiera sabía si lo estaba haciendo bien? Sus dedos deslizaban la pantalla del celular, mirando los mensajes sin responder:

"Hola" — 08:02 a.m.

"¿Pasa algo, hermano?" — 08:10 a.m.

"Supongo que debes estar ocupado" — 08:16 a.m.

"Sabes, aunque no me escribas sigo pensando en ti" — 12:30 p.m.

"Me haces falta en este momento 😕" — 01:45 p.m.

El último mensaje resonaba más fuerte que los anteriores. 

"Me haces falta"

Esa simple frase lo desarmaba. Pero aún así, no tuvo el valor de abrir el chat, no lo dejó en visto. Aún con la pantalla apagada, podía imaginarse a Alonso, frustrado, mirando su teléfono en la lejana Tahití, preguntándose qué había hecho mal.

¬ Tahití

Alonso estaba a kilómetros de distancia, enfrentándose a sus propias batallas en el agua, mientras él luchaba en silencio contra su miedo. Pero no era solo la competencia lo que pesaba en su mente. Era algo más profundo, más complicado. Cada día que pasaba sin hablar con Stefano, la tensión en su pecho aumentaba. 

— "Probablemente solo este ocupado, sabes como es deporte en vela, ¿no?" — dijo Sol al ver a Alonso

Ambos se encontraban en la cafetería del crucero donde se hospedaban, si bien Aguirre ya estaba eliminada aun debía quedarse hasta con su grupo hasta viajar a Paris, donde se relazaría la clausura.

— "¿Hice algo malo? Acaso yo mismo aleje mi amistad con Stefano" — se pregunto Alonso viendo hacia el suelo tratando de buscar alguna respuesta

— "A ver, no haz hecho nada malo en primera, si lo malo fuera solo dar lo mejor de ti, entonces ambos seriamos pecadores. Segundo, probablemente Stefano ahora quiere estar enfocado en un 100%, ya empiezan sus carreras en vela y no creo que sea tan fácil manejar como esos botes de turismo" — aclaró Sol 

Correa quintando su mirada hacia abajo se enderezo y volteo a mirar a su compañera, tomando conciencia de lo que había dicho y lo que realmente significaba.

— "Tampoco muestres una parte muy interna, porque espantaras a Stefano, los amigos no son así" — complemento Sol 

— "Solo trate de ser yo mismo, acaso se asusto por eso" — Alonso

Sol al darse cuenta que no estaba encontrando la respuesta opto por otro método para que su compañero no se sienta mal.

— "Ya sé, ¿tienes contacto con otros atletas?" — preguntó Aguirre

— "Pues, si, ¿Quién no?" — mencionó Correa

— "Específicamente alguien que tiene contacto directo con Stefano, podría ser María Belén" — complemento Sol 

Los ojos de Alonso se abrieron de par en par, podría ser una gran idea la que estaba mencionando la surfista.

— "Verdad, tienes razón, además como pude olvidar que fue mi compañera en mi colegio" — dijo Alonso con una sonrisa poco a poco formarse en su rostro

— "Ves, no te desesperes ya sabes que hay solución para todo" — complemento Sol 

_________________________________________

¬ Marsella

Stefano se levantó de la cama, tras haber tomado una siesta luego de un tiempo entrenando, y caminó hacia la ventana, mirando las olas que rompían en el puerto de Marsella desde la lejanía de la villa. La competición era en unas horas. Pero su mente estaba atrapada en otro lugar, en alguien que estaba a miles de kilómetros de distancia.

"Vamos Stefano, esto es por tu bien, y el de él" se repetía constantemente "Pero la tentación de responderle"

Si bien todo era por el bien de ambos, como María le dijo, era consiente que este silencio era dañino para ambos. Correa le había estado saludándolo, apoyándolo y escribiéndole desde aquel encuentro en el aeropuerto. Y eso que solo había pasado un día.

"No, puedo esperar un minuto más, ¿Dónde esta mi celular?"

 Busco con su mirada su móvil tratando de encontrarlo rápidamente, justo se encontraba en su mesita de noche. Con sus manos nerviosas lo tomo abrió su WhatsApp y se dirigido a "Archivados" donde se encontraba el contacto del crespo. Justo cuando comenzaba a escribir en el teclado escucho una voz a lo lejos.

— "Stefano..." 


Mi única medalla eres tú - Alonso Correa & Stefano PeschieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora