La noche había caído, envolviendo la mansión Huntington en una atmósfera vibrante y expectante. La luna iluminaba el camino mientras el carruaje, tirado por cuatro caballos oscuros, se preparaba para partir hacia la esperada fiesta de máscaras. El aire estaba impregnado de una emoción palpable, y el sonido de risas y charlas llenaba el vestíbulo donde los jóvenes se reunían, listos para partir.
Tatiana, con un vestido de seda color esmeralda que hacía resplandecer sus ojos, se ajustaba los guantes mientras observaba a Valeria, quien con su cabello rubio recogido en un elegante moño, lucía un vestido dorado que destacaba su delicada figura. Anna, por su parte, optaba por un traje en tonos azul celeste, con su pelo castaño suelto cayendo en suaves ondas sobre sus hombros, mientras Isabel, la hermana pequeña, revoloteaba alrededor, entusiasmada con la perspectiva de algún día acompañarles a una de esas fiestas.
—Valeria, pareces una princesa salida de un cuento de hadas —comentó Anna con una sonrisa cómplice mientras ayudaba a Tatiana a ajustar un broche en su cabello.
—Y tú, Anna, podrías hacer competencia a cualquier reina —le respondió, riendo con alegría.
Mark, que había estado esperando pacientemente en la entrada, apareció en ese momento. Su presencia llenó la estancia. Vestía un traje negro impecable que acentuaba sus anchos hombros y resaltaba el azul profundo de sus ojos. Su porte elegante no pasó desapercibido para ninguna de las presentes.
—¿Estamos listas? —preguntó con voz cálida y profunda, mientras miraba a Tatiana, quien no pudo evitar sentir un leve rubor subir a sus mejillas al cruzar la mirada con él.
—Listas y deseando ver qué sorpresas nos depara la noche —contestó Valeria con entusiasmo, tomando del brazo a sus amigas mientras todos se dirigían hacia el carruaje.
El trayecto en el carruaje estuvo cargado de risas y bromas. Valeria no paraba de contar anécdotas sobre sus últimas visitas a las tiendas de moda y los caballeros tan distinguidos que se cruzaba por la ciudad.
—Tatiana, ¿te imaginas a ti misma casada con uno de esos señores tan serios? —bromeó Anna, lanzando una mirada cómplice a Mark.
Tatiana rió, encogiéndose de hombros.
—No sé, tal vez los señores serios tengan su encanto escondido. Aunque prefiero a alguien que sepa hacerme reír de vez en cuando —replicó, robando una sonrisa a Mark.
—Oh, ya lo entiendo. Alguien que sea un caballero, pero que también tenga un buen sentido del humor a la vez que mantenga algo de seriedad —añadió Valeria, entre risas—Suena a alguien que me caería bien.
Al llegar al castillo donde se celebraba la fiesta, el carruaje se detuvo frente a una impresionante edificación de piedra gris. Las torres altas y las ventanas iluminadas daban al lugar un aire majestuoso y ligeramente misterioso. Un sendero de antorchas guiaba a los invitados desde la entrada principal hasta un gran salón adornado con guirnaldas y farolillos.
Al bajar del carruaje, todos se detuvieron un momento para admirar la magnitud del lugar.
—Este castillo es aún más impresionante de lo que esperaba —dijo Tatiana en voz baja, más para sí misma que para los demás, mientras seguía el brillo de las antorchas con la mirada.
En la entrada principal, bajo un arco de flores y cintas, esperaban Lord Henry y su madre. Henry, vestido con un elegante traje azul oscuro que complementaba su sonrisa encantadora, les recibió con una inclinación de cabeza. A su lado, la marquesa observaba con un aire de altivez y con mirada evaluadora, deteniéndose un momento más de lo necesario en Tatiana y Valeria.
—Mis damas, lord Mark, bienvenidos —saludó Henry con una sonrisa— Esta noche promete ser inolvidable.
—Eso espero —respondió Valeria con una sonrisa coqueta, tomando del brazo a su prometido.
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Entre encajes y misterios
Ficción históricaValeria y Tatiana, dos amigas inseparables, deciden escapar del bullicio del moderno Londres sumergiéndose en una extravagante fiesta inmersiva al estilo del siglo XIX. Con sus trajes de época meticulosamente preparados, viajan al sur hacia una maj...