Tatiana se encontraba en el majestuoso salón de la imponente mansión Blackwood, con sus ojos recorriendo las paredes tapizadas y los muebles antiguos, buscando cualquier indicio que la ayudara a desvelar el misterio que la había llevado hasta allí. A pesar de su aparente calma, sentía los nervios a flor de piel, pero estaba decidida a obtener respuestas.
Ante ella se erguía el Vizconde Hugo Blackwood, un hombre de porte distinguido cuyos ojos reflejaban curiosidad y cautela.
Ella se quedó boquiabierta, incapaz de esconder su sorpresa.
—Yo... Yo busco a Hugo, el joven que vi entrar hace unos momentos. Entiendo que es su hijo, milord.
El vizconde la miró, su expresión era enigmática, una mezcla de curiosidad y desconfianza que le resultaba inquietante.
—Lo lamento, pero Lord Hugo no se encuentra en casa. Debe estar equivocada, milady — respondió seriamente.
—Estoy segura de lo que vi, señor. Vi a Hugo entrar en esta mansión — dijo ella frunciendo el ceño, sin saber si debía seguir insistiendo o retirarse.
Lord Blackwood mantuvo su mirada fija en ella por un momento antes de sonreír con suavidad y responder: —Puede que haya visto a alguien que se parece a él. Pero le aseguro, señorita, que aquí no está.
La frustración empezó a crecer dentro de Tatiana. Cada palabra del vizconde, cada gesto calculado, aumentaba su convicción de que algo no cuadraba. Estaba segura de lo que había visto, pero parecía que no iba a obtener ninguna respuesta clara de él.
—Entiendo — respondió intentando sonar amable. — Disculpe la molestia, milord.
Mientras se giraba para irse, él habló nuevamente, con su voz cargada de un tono enigmático. —La curiosidad puede ser peligrosa, milady. Asegúrese de no perderse en su búsqueda de respuestas.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras salía de la casa, una mezcla de derrota y confusión pesaba sobre ella. Sabía que había algo más en juego, algo que el vizconde no estaba dispuesto a revelar. Mientras caminaba de regreso a la mansión de los Huntington, sus pensamientos estaban llenos de preguntas sin respuesta y un renovado sentido de determinación. No iba a rendirse hasta descubrir la verdad sobre los Blackwood y su conexión con los viajes en el tiempo.
El misterio apenas comenzaba a desentrañarse, y Tatiana sabía que debía estar preparada para enfrentar lo que viniera.
Regresó apresuradamente a la residencia de Lady Katherine. Decidió no contarle a Valeria lo sucedido, pues no quería que le disuadiera de encontrar una manera de regresar a casa.
Era una noche oscura y silenciosa en la mansión de los Huntington, pero dentro, en el vestidor de Anna, las tres jóvenes estaban sumergidas en un remolino de emociones y pensamientos. Se preparaban con esmero para el baile del Conde de Yorkshire, pero no era sólo la emoción del evento lo que ocupaba sus mentes.
Anna se encontraba de pie frente al espejo, ajustando nerviosamente la cinta de su vestido de seda azul celeste. Aunque su reflejo mostraba a una joven hermosa, con mejillas rosadas y ojos llenos de juventud, sus pensamientos estaban lejos de los encantos de la fiesta.
—No puedo... —dijo finalmente, rompiendo el silencio que se había asentado sobre ellas como una niebla pesada— No puedo dejar de pensar en lo que sucederá mañana. El collar... mis padres deberán entregarlo, pero no tengo idea de a quién ni por qué. Siento que hay algo muy oscuro detrás de todo esto. Y tengo tantas preguntas...
Tatiana, que estaba sentada en una silla cercana, peinándose el cabello con la ayuda de su falsa hermana, alzó la vista, sus ojos reflejaban preocupación. Anna rara vez se mostraba tan inquieta; su calma habitual había sido reemplazada por una palpable tensión.
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Entre encajes y misterios
Fiksi SejarahValeria y Tatiana, dos amigas inseparables, deciden escapar del bullicio del moderno Londres sumergiéndose en una extravagante fiesta inmersiva al estilo del siglo XIX. Con sus trajes de época meticulosamente preparados, viajan al sur hacia una maj...