La ciudad de Londres seguía su ritmo habitual a su alrededor, pero para Tatiana todo parecía moverse a cámara lenta. Las calles, las personas, el bullicio de la vida diaria, todo se convirtió en un ruido de fondo mientras ella caminaba sin rumbo fijo, perdida en sus pensamientos. Cada esquina que giraba la llevaba más lejos del museo. Finalmente, tras lo que le parecieron horas, se encontró en los terrenos de la mansión Huntington, donde sus pies la llevaron instintivamente hacia el cobertizo, parecía que algo dentro de ella la animaba a esconderse y respirar.
Entró en el cobertizo y cerró la puerta detrás de ella, como si pudiera dejar el mundo exterior fuera, como si el silencio y la oscuridad del lugar pudieran ofrecerle algún tipo de consuelo. Pero la presión en su pecho no disminuyó. Se dejó caer en el suelo, apoyando la espalda contra una de las paredes, y entonces, sin poder contenerse más, comenzó a llorar.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando escuchó el sonido de la puerta abrirse con un suave crujido. Levantó la vista, aún con lágrimas en los ojos, y vio a Hugo allí, con una expresión de preocupación grabada en su rostro.
—Tatiana... —dijo con voz suave mientras cerraba la puerta tras él— Algo me decía que te encontraría aquí.
Ella no respondió de inmediato, simplemente lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y dolor al verlo. Él se acercó con cautela y se arrodilló frente a ella, mientras sus ojos reflejaban un profundo arrepentimiento.
—Siento mucho lo que ha pasado en el museo —susurró, sacando un pañuelo de su bolsillo y limpiando con delicadeza las lágrimas que aún le quedaban.
Sus ojos se posaron en el rostro de Hugo, notando por primera vez la fina línea de sangre que corría desde una pequeña herida en su barbilla, probablemente el resultado del golpe de Mark.
—Estás herido —dijo ella en voz baja, en un susurro, mientras levantaba una mano temblorosa para rozar la herida con los dedos, olvidando lo molesta que estaba con él por sus comentarios.
—No es nada, no te preocupes —respondió, pero no se apartó cuando ella tomó el pañuelo de sus manos y lo presionó suavemente contra la herida, tratando de limpiar la sangre.
Estaban tan cerca el uno del otro que Tatiana podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, podía oler el aroma suave y familiar que siempre la acompañaba cuando él estaba cerca. Esa proximidad hizo que su corazón se acelerara aún más, y por un momento, la confusión que sentía se desvaneció, dejándola con la intensa sensación de conexión que siempre había sentido hacia Hugo.
—Hugo... —murmuró ella, con la voz quebrada por la mezcla de emociones— No entiendo cómo has podido ser tan cruel.
Éste respiró hondo, como si estuviera preparándose para lo que iba a decir a continuación. Bajó la mirada un momento, antes de volver a mirarla directamente a los ojos.
—Prometí que te ayudaría, y también que no habría más secretos —comenzó — No sé si sabes que hubo algo entre Caroline y Mark, pero cuando después de lo de anoche te he visto con él, tan cerca, riendo... No lo he podido soportar y la ira me ha dominado, por eso he intentado hacerle daño.
—Hugo... —murmuró, levantando la vista para encontrarse con sus ojos— no me gusta esa actitud. Además, de verdad necesito ese espacio que te pedí, ¿por qué no lo has respetado?
—Porque ya no puedo seguir ocultando lo que siento, no puedo verte con él así—respondió, inclinándose un poco más hacia ella, con su rostro a sólo unos centímetros del suyo— Y porque tú mereces saber la verdad de mis sentimientos antes de que tomes cualquier decisión.
Las palabras de Hugo la golpearon con fuerza, y antes de que pudiera decir algo, sintió el suave roce de sus labios sobre los suyos. El beso fue lento, casi dolorosamente tierno, como si estuviera tratando de transmitir todo lo que sentía por ella a través de ese simple gesto. Sintió cómo su cuerpo reaccionaba instintivamente, con su corazón latiendo desbocado mientras el calor de Hugo la envolvía. De nuevo esa electricidad, ese imán hacia él.
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Entre encajes y misterios
Ficção HistóricaValeria y Tatiana, dos amigas inseparables, deciden escapar del bullicio del moderno Londres sumergiéndose en una extravagante fiesta inmersiva al estilo del siglo XIX. Con sus trajes de época meticulosamente preparados, viajan al sur hacia una maj...