Día 9

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Me miré en el espejo. Mi vestido era hermoso, era un corto aperlado de tirantes. Era domingo y aún estaba en casa de mi madre, lo que significaba ira la Iglesia al medio día. Ambos eran personas devotas. De hecho se conocieron en un retiro.

Desde que eramos pequeñas a Azalea y a mí siempre nos inculcaron la religión. Salí de la casa con un suéter delgado encima y subí al auto de Howard. El chófer nos llevó directo a la iglesia y me abrió la puerta para poder bajar. Al entrar al templo me persigné y tomé asiento en un lugar no tan lejos del sacerdote. Desde aquí podía ver a uno de mis grandes amigos, Ashton.

Él era el monaguillo del padre. Siempre lo ayudaba desde que éramos pequeños. Ashton y yo nos conocemos casi desde que teníamos pañales. Èl sabía muchas cosas de mí, y yo de él. Siempre estaba para consolarlo cunando se sentía mal tras cometer algún pecado.

Ash me sonrió a lo lejos y yo lo saludé con al mano. La misa empezaría ya. El padre comenzó a hablar y todos escuchábamos atentos. Orábamos junto con él y cantábamos acompañando al coro. Cuanto tenía como 12 años, me uní al coro de la Iglesia, era la razón por la cual me sabía la mayoría de las canciones.

Sabía lo que seguía después de cada rezo o canción que cantábamos. Variaban a veces, pero tendían a ser las mismas.


- Isaías 59:3 dice: No matarás. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre y vuestros dedos de iniquidad, vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua -leyó el evangelio-. Vosotros sois de vuestro padre el Diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Èl ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.


Sentí la mirada del padre en mí y luego dijimos todos la palabra de Dios. Cuando terminó, me sentí un poco incómoda. Cómo si algo me faltara. Miré a Ashton acomodando las cosas que se utilizaron en la ceremonia y caminé hacia él.

-Hola, me alegro que ya hayas regresado de la misión -le dije sonriente. Llevaba sin verlo dos meses, puesto a que constantemente se va a hacerlas.

- Hey, hermana -me abrazó fuerte-. Me alegra verte también. ¿Cómo has estado?

-Bastante bien, ¿Te divertiste allá? -pregunté.

- Oh, fue hermoso -sonrió-. Todos son unas grandes personas trabajadoras, llegabas a los pequeños pueblos, y sentías impotencia por todo lo que tenemos aquí. Ellos no tienen nada, pero aún así son felices. Su fe en Dios, es grande.

-Eso es tan lindo -admití-. Me alegro que hayas ido.

- Si, pero gracias a Dios ya estoy aquí -confesó y lo acompañé atrás para que se quitara su túnica blanca con rojo-. ¿Alguna noticia?

-Pues, no lo sé -me encogí de hombros-. Umm... Verás, el viernes fui a una fiesta...

- Ajam... -colgó la túnica en un perchero y se colocó su chaqueta.

-Creo... creo que quería hacerlo con él -le dije.

Èl contrajo el aire y puso su mano en su pecho.

- Dios santísimo -respondió-. ¿Y qué pasó?

-No quiso, no lo hicimos -admití-. Nos habíamos besado antes, bastante. Lo hace bastante bien, así que dudo que sea virgen.

- Alissa, tenemos que salir de aquí, no podemos hablar de eso en la casa del señor -dijo y tomó mi mano para sacarme a los arbustos de afuera.

-No lo sé, es muy misterioso, Ash -le dije-. Demasiado.

- ¿Hace cuanto lo conoces? -preguntó mientras nos sentábamos debajo del árbol.

-Empecé a hablar con él desde hace poco -comenté-. Pero siempre había estado ahí.

- Cómo... ¿Siguiéndote?

-No, me refiero a que es algo así como el chico fantasma de la escuela, es tan misterioso -admití.

- ¿Lo has buscado en Facebook? -preguntó.

-Nada, no sale en Facebook -le dije-. O, bien, no con su nombre.

- Qué raro, ¿no has intentado hablar con sus amigos? -preguntó.

-¿Qué amigos? -alcé una ceja-. Es verdad lo que te digo, Ash, Calum no tiene amigos.

- Válgame Dios... -puso su mano en su frente-. Y... ¿Confías en él? ¿Qué piensa Cye?

-Ya conoces cómo piensa Cye -solté una carcajada-. No sé sin confiar en él.

- Pero ibas a involucrarte en una relación sexual con él -cruzó sus brazos y me encogí de hombros.

-Lo sé, tal vez fue muy rápido, pero tenía alcohol en mi cuerpo, él es muy atractivo físicamente y bastante misterioso.

- Pero es un total desconocido Alissa, ni siquiera sabes donde ha de vivir o a que se dedica o peor... Si es ateo -negó.

-Lo sé, pero tengo la necesidad de conocerlo -confesé.


Suspiró.

- No lo sé, deberías traerlo un día aquí... -sugirió.

-Trabaja en una funeraria-le dije.

- Jesús -suspiró-. Debe ser un creyente de la muerte...

-Pues la muerte existe -me encogí de hombros.

- ¡No Wilde! El diablo... -susurró. Rodé los ojos.

-Ashton, ¿de verdad crees que Calum es satánico? -reí.

- ¿Acaso no escuchaste el evangelio de hoy? -preguntó.

-Eso no tiene nada que ver, Ash -negué con la cabeza.

Noté que el carro de Howard se puso frente a mí y suspiré.

- Ten cuidado Alissa... -pidió.

-Lo tendré -me acerqué a abrazarlo.

- Y no olvides en ir a confesarte -dijo amenazante y reí.

-Siguiente domingo, lo prometo -le dije, divertida, y subí.


¿Destino? Casa del señor Wilde.

Haunted » c.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora