Día 14

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Estaba lloviznando un poco, el día era perfecto para sentarse en el sillón, ver películas y tomar café. Caminé a biblioteca para dormirme un rato, estaba cansada de cálculo. Honestamente iba a saltarme Química, no quería ver a Esteban, el profesor. Bajé al último piso y me recosté el sofá. Era tan cómodo. Puse mi brazo sobre mis ojos y suspiré.

Estaba a punto de ponerme los audífonos, cuando sentí que alguien se sentaba al lado de mis pies.

Abrí uno de mis ojos y pude reconocer su perfil. Calum Hood.

-Hey -lo saludé.

- Hey -me miró y me senté para acomodar mi cabello.

Me daba un poco de pena hablar con Calum después de lo que había provocado en él. Tenía miedo preguntarle sí estaba enojado, me aterraba saber su respuesta, o aún peor, su reacción.

-¿Faltaste ayer? -pregunté casual.

- ¿Me estabas esperando o algo? -preguntó y miré abajo nerviosa.

¿Disculpa?

-No, sólo no te veía en ninguna parte, lo usual -me encogí de hombros.

- Si, falté -confesó.

-Oh -agaché mi cabeza-. ¿Por qué?

- Tenía una visita con el doctor -confesó. ¿Está enfermo?

-¿Estás bien? -le pregunté.

- Seh, ya saber. Sólo fue un chequeo -se encogió de hombros-. Necesitaba uno.

Es el primer hombre que conozco que va al médico solo. Quizá a la próxima pueda ir con mi papá.

-Oh, entonces me alegro de que estés bien, Cal -me encogí de hombros. Lo había llamado Cal.

Él me miró de reojo y sonrió un poco.

- Sí -miré a sus nudillos, estos estaban un poco enrojecidos.

Acerqué mi mano a la suya. Tenía que tocarla. Acaricié cada uno de sus nudillos. Su mano era tan grande comparada con la mía. Él se puso un poco tenso. Noté que aferró sus dedos a las mangas de su camisa. Levanté la mirada y lo vi a los ojos. Madre mía, quería besarlo.

Mierda, no podía arriesgarme. Podría estar un poco sentido por lo del otro día.

-Lamento si fui grosera contigo -le dije sin soltar su mano.

- ¿Grosera? Estas tomando mi mano -se encogió de hombros.

-Me llama la atención -admití.

- ¿Si? -asentí sonrojada-. ¿Qué cosa? -preguntó.

-Esto -toqué sus nudillos-. ¿Te lastimaste?

Él se les quedó mirando y estiró sus dedos haciendo que sus venas salieran.

- Es el frío, supongo -confesó. ¿Frío? Estamos entrando a Verano.

Quería besarlo.

-¿Qué clase te estás saltando? -le pregunté.

- Metodología -se encogió de hombros y se recostó en el sofá. Me le quedé mirando a sus labios y recordé esa noche en la fiesta. Eran tan suaves y... sus manos fuertes. Podía sentir de nuevo cómo apretaba mis muslos, quería que lo hiciera de nuevo.

-Oh, la señora Robinson -dije sonriente tratando de ocultar mi nerviosismo.

- Así es... -dijo él. Madre mía, su voz era tan grabe y sexy. Tenía que hacer que él me besara primero.

-¡Auch! -dije y mordí mi labio-. Creo que me lastimé -mentí.

Lamí un poco mi labio para hincharlo. Èl me miró un poco.

- Parece que estas bien -confesó. Ugh.

-Mira -le enseñé-. Soy un poco torpe.

- Si, está ligeramente cortado -admitió-. Probablemente sangres.

-Oh -dije.

Miró hacia un punto fijo al frente y miré sus venas. Con la yema de mis dedos comencé a pasar por casa una de ellas. Esto definitivamente era vida. Ya no me importaba si creía que era una acosadora. Comencé a subir a través de sus brazos hasta su pecho donde noté una línea más de su tatuaje.

Fruncí el ceño y lo miré a los ojos. Él me penetraba por la mirada. Su cara estaba nula. Pasé mi dedo por cada línea. La vena de su cuello parecía querer explotar.

-Oh, Calum -susurré para mí.

Èl me miró sin decir nada. Bésame, por favor, bésame. Él subió su mano y acarició mi mejilla. Oh joder. Noté que se acercaba a mí. Si, si. Cerré mis ojos y alcé un poco mis labios. De pronto sentí su pulgar en mi labio inferior. Abrí mis ojos y vi su dedo enrojecido.

Él me miró y su respiración se hizo más agitada. Mi labio se había cortado. Èl miró su pulgar y unió su dedo índice para frotarlos entre sí. Tragó saliva.

-Iré a limpiarme -le susurré.

- Si... -dijo él con un hilo de voz.

Me levanté y caminé hacia el baño de la biblioteca. Me miré en el espejo y suspiré. Cerré mis ojos para lamer la sangre y pasar mis dedos sobre éstos. Aún sentía como ardía su mano en mi piel.

¿Por qué es que Calum Hood tenía ese efecto en mí? ¿Por qué me hacía desearlo tanto cuando apenas habla? Su mirada es como... Oh cielos.

Era tan intensa. Todo en él lo era, incluso su manera de hablar. Hablaba tan lento, cómo si se tomara el tiempo para pensar cada palabra.

Simplemente era un misterio.

Suspiré y me coloqué un poco de brillo en los labios después de acomodar mi blusa para que se vieran un poco más mis senos. No eran grandes pero podía hacer algo. Además que mi manera de pararme ayudaría, sí. Caminé hacia los sillones con una sonrisa, pero él ya no estaba.

¿Qué?

Fruncí el ceño y caminé alrededor. No lo veía por ningún lado, resoplé y me dejé caer al sofá.

Estúpido Calum Hood.


Él sabía cómo volverme loca.

Haunted » c.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora