Sigue siendo un secreto (17)

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Este capítulo contiene escenas +18 ⚠️

...

Martin:

Al parecer nos quedemos dormidos abrazados en aquel estrecho sofá. 20:30, llevamos aproximadamente 2 horas durmiendo. Despierto a Juanjo dejando pequeños besos repetidamente en la comisura de sus labios, entre ellos y sus mofletes mientras acaricio la otra mejilla con mis dedos.

-Mi amor. -Susurro entre esos besos. Él gruñe y me aferra más a él. -Nos tenemos que ir, Juanjo.

-Un poco más. -Pide con voz ronca y algo afónica por culpa de lo bien que nos lo hemos pasado antes. Yo beso sus labios y él corresponde al acto volviéndome a besar esta vez abriendo un poco más la boca para entrelazar nuestras lenguas. De repente no le molesta tanto levantarse porque me agarra de la cintura y se pone a horcadas encima mío. -¿Repetimos?

-Juanjo... -Besa mi cuello y sin darse cuenta deja varias marcas, después besa mis labios y roza su entrepierna contra la mía ya que aún seguimos desnudos. Suspiro por la excitación y le separo con cuidado apoyándolo en el respaldo del sofá y dándole un pico antes de levantarme de este.

-Que guapo ¿no? -Me río y le lanzo sus calzoncillos.

-Tu familia nos va a matar, llevamos cuatro horas fuera, Juanjo.

-Me la suda. Yo solo quiero estar contigo. -Dice levantándose después de ponerse la ropa interior acercándose a mí para besar mi cuello y abrazarse a mi cuerpo. Yo me río ya que hace una pedorreta donde apoya su cabeza y él la levanta moviendo mi mandíbula hacia arriba. -Ostras. -Habla con voz de bebé por lo que no me lo tomo muy enserio y me río.

-¿Qué?

-Te he... te he marcado un poco.

-¿Qué dices, Juanjo? -Me acerco a uno de los espejos que hay colgados en la estancia y miro atentamente mi cuello con varias marcas repartidas por su superficie. -Joder, Juanjo.

-No sabía que te las había hecho, te lo juro Martin.

-A mí me da igual mi amor, pero a ver cómo entro yo a tu casa con esto lleno de chupetones. -Digo señalando mi cuello.

Él me abraza y puedo notar como su corazón late más rápido.

-Juanjo, no pasa nada. Me lo tapo con maquillaje y ya está.

-No tengo nada.

-Bueno pues me dejo la bufanda puesta y digo que es porque me encuentro mal por la lluvia. Pero no te preocupes que no se van a dar cuenta.

Él asiente y deja un beso en mi mejilla antes de vestirse. Cogemos las cosas y nos vamos apagando todo antes de salir. Las escaleras resbalan y el suelo está encharcado por lo que tenemos que ir con cuidado para no mancharnos de barro. Se nos hace imposible cuando empieza a llover de nuevo esta vez con fuerza. Juanjo agarra mi mano y corremos hasta llegar a su casa, empapados y llenos de barro por pisar charcos sin querer, suelta mi mano antes de entrar y saludar a su madre que recoge los envoltorios de los regalos.

-Hola mamá, ¿puedes poner una lavadora ahora, por favor? -Dice cerrando la puerta tras de mí y dirigiéndose a su madre para darle un beso en la mejilla.

-¡Dios mío! ¿Pero qué habéis hecho?

Si yo le contara...

-Hemos ido al mercado y a la casita del árbol y nos ha empezado a llover al volver. -Explicó yo.

-Ay pobrecicos. Sí cariño, ahora pongo una lavadora. -Dice dirigiéndose a su hijo.

-Gracias mamá.

te escribo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora