Como te mira (18)

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...

Juanjo:

Martin tumbado encima mío, durmiendo mientras yo acaricio su pelo escuchando sus respiraciones calmadas que de vez en cuando se aceleran por culpa de las pesadillas.

-¡Dejadme en paz! -Está vez su voz acompaña a su sueño. Me sobresalto al escuchar su sollozo mientras sigue dormido. -¡Para! ¡Dejadme!

-Amor... -Susurro levantándome un poco para despertarle. Acaricio su mejilla y se levanta de golpe, con los ojos muy abiertos fijos en alguna parte oscura de mi habitación, con lágrimas que corren por sus mejillas y sudando por culpa del miedo.

Le abrazo susurrando cosas bonitas para que se calme. Él no dice nada, sigue callado y sin mover ningún músculo. Después retiró las lágrimas de sus ojos y dejó un par de besos cerca de estos.

-Vamos a intentar dormir, cariño. Mañana hablamos ¿te parece bien? -Él asiente y se tumba a mi lado rodeándome por completo y haciendo fuerza como si fuese a separarme de él. Yo le respondo y abrazo sus hombros con el brazo donde apoya su cabeza y abrazo su cintura con el contrario. Así nos conseguimos dormir no sin antes recordarle lo mucho que le quiero.

Al despertarnos a la mañana siguiente recogemos la habitación y preparamos las maletas ya que queremos estar todo el tiempo posible fuera.

-¿Magtan, estás bien? -Digo con voz de bebé abrazándome a él. Él asiente y deja un pequeño y corto pico en mis labios ya que yo me he acercado poniendo morritos. -¿Quieres hablar de lo de ayer?

-No me apetece. -Responde con un susurro casi mudo.

-Martin... no eres ningún niñato, ni ningún pringado ni nada de eso ¿vale?

-Juanjo. -Me avisa.

-Y si Hugo y sus amigos te decían esas porquerías era porque te tenían envidia por ser tan guapo. Seguro.

-Juanjo. -Segundo aviso.

-Y perdona a mis padres, de verdad. Es que son muy intensos y haberes no calcu-

-¡Juanjo, que no quiero hablar de esto! -Grita empujando mi cuerpo suavemente apartándome de él. Al parecer a elevado tanto la voz que mi madre abre la puerta preguntando si estamos bien.

-¿Pasa algo, chicos?

-No te preocupes, mamá.

Ella asiente insegura y cierra de nuevo la puerta, no sin antes darse cuenta de que Martin ha empezado a llorar.
Me acerco a él y lo único que me sale hacer es acercarme lo máximo posible a él y acariciarle.
Solloza. Llora como nunca y de nuevo le cuesta respirar.

-Cariño...

-No te merezco, Juanjo. -Consigue decir entre llantos.

-Por dios, Martin. No vuelvas a pensar eso jamás. -Agarró sus mofletes y le atraigo a mí para juntar sus labios con los míos. Al separarnos dejó un par de picos en ellos y con una mano sostengo su mandíbula para darle besos repetidamente esta vez en la mejilla.

Pasamos un rato abrazados sin decir nada más, ya hemos acabado de recoger así que decidimos ir abajo. Él sigue serio y ahora con los ojos rojos por culpa de la sal de sus lágrimas.

te escribo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora