Capítulo 51

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—¿Qué es esto? —cuestionó Edel desconcertado por los documentos que Marinette dejaba sobre su escritorio.

—Es mi carta de renuncia. No te preocupes, terminé el trabajo retrasado. Además, hice una búsqueda exhaustiva de mi posible reemplazo, todo está en la carpeta.

—Espera un momento... No puedes irte de este modo. ¡Tienes en tus manos importantes inversores que solo trabajarán contigo!

Edel se levantó molesto, la miró con incertidumbre buscando alguna reacción de su parte, pero Marinette sólo tenía una expresión monótona.

—Hablaré con ellos lo antes posible para evitar cualquier inconveniente. Estoy segura que se sienten a gusto en la empresa, no creo que se vayan a mitad de la construcción de los hoteles. Tomando en cuenta que ya firmaron los contratos pertinentes, si se retiran la multa será una cantidad considerable que podría afectarles. No tienes de qué preocuparte en ese aspecto.

—Tú no estás entendiendo lo que quiero decir... ¿Por qué tomas esta decisión precipitada? Llevas años trabajando en la empresa... Tienes un cargo fijo y una responsabilidad con tus subordinados.

—No es algo precipitado. He meditado mucho sobre esto y créeme que no es algo que decidí de la noche a la mañana. No discutiré mis razones contigo, Edel. Sólo tramita mi desvinculación.

—¿Por qué? —cuestionó viendo primero a la nada y después los azules de ella. —¿Haces esto por tu asistente? ¿O es por los sentimientos que tengo hacia ti? Porque si es así...

—Edel, esto no lo hago por ti. Es por mi. —Marinette soltó el aire que contenía y tragó saliva tratando de calmar la ansiedad que le provocaba hablar con el pelirrojo en ese momento. —Fui a ver a Nathaniel ayer, y lo aceptó sin mayor problema. Me dijo que hablaría contigo, asumo que lo hará dentro de poco.

Las decisiones que Marinette tomó no las cambiaría por nada, y Edel lo tenía bastante claro, pero no quería aceptarlo. Imaginarla salir por esa puerta y no volver a verla, era un puñal clavado en su pecho que no dejaría de sangrar. Debió hacer algo mucho antes, y se atormentaba por ser cobarde cada vez que pensaba en ella... Cada vez que negó lo que sentía y cada vez que su hermano la presumía como un trofeo en sus años universitarios.

—¿Podrías haberme amado?

Era una interrogante que ansiaba escuchar su respuesta. Quizá sólo por inflar su ego o más bien para mirar con nostalgia los sentimientos que debía enterrar una vez más, y soñar con un posible "hubiera" para los dos.

Marinette perpleja por su pregunta arregló su bolso sobre su hombro, vio sus pies dos segundos y luego sus ojos fijamente.

—No. En ese entonces amaba a tu hermano y ahora amo a alguien más. Nunca hubo un nosotros, ni lo habrá, porque para que eso fuera posible primero debería saber de tu existencia, y ya no fue así.

—Yo... Lo entiendo.

—Me alegra que lo hagas. Eres bueno en lo que haces, Edel. Estoy segura que la empresa está en muy buenas manos contigo a cargo.

Él sólo asintió y Marinette simplemente salió con un peso menos en sus hombros.

Observó en silencio todo el espacio y entró a su oficina para sacar las cajas con las cosas que ya había arreglado anteriormente. Dejó las llaves sobre el escritorio y cerró la puerta sin la mínima duda en su accionar. Cuando volteó pudo encontrar a las secretarias reunidas con la cabeza baja, les sonrió a la brevedad.

—Señorita Marinette, ¿De verdad usted se irá?

—Sí. No saco nada intentando ocultarlo.

—Las malas lenguas dicen que tuvo problemas con el presidente por culpa de Adri... —Mylene pellizcó el brazo de Lila para que guardara silencio.

Te Puedes Quedar En Mi Corazón "Cada Tropiezo Me Lleva A Ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora