Capítulo 49

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El departamento era pequeño, pero tenía el espacio suficiente para vivir con su hermano. La dueña del lugar era una señora de edad que se lo dejó a un precio razonable, además estaba amueblado, así que no tuvo que gastar en cosas que no podría. Por otro lado, Félix estaba enojado y no entendía porqué se fueron de la casa de su princesa, dejando a Plagg y Tikki también. Aunque Adrien le explicó las cosas, el pequeño estaba en completa negación a todas las decisiones que su hermano mayor estaba tomando. No pudo siquiera despedirse.

Ya eran cerca de las nueve de la noche y Adrien se preparaba para ir al trabajo que Nino le ayudó a conseguir en el bar. Por la noche trabajaba de mesero, alternando a veces como barman, mientras que en el día trabajaba en un restaurante al otro lado de la ciudad como garzón. Alya le ayudaba con Félix por la noche, así que pasaba muy poco tiempo en el departamento en realidad.

Adrien estaba yendo como avión en todos los aspectos, estaba cansado pero al mismo tiempo no sentía ese cansancio, ya que estar tan ocupado durante todo el día le ayudaba en no pensar y no afrontar el dolor que sentía por la separación y cambio de casa, mucho menos enfrentar la revelación de la existencia de su figura paterna.

Irse de la empresa fue incluso para si mismo una decisión tomada por el calor del momento, aunque no se arrepentía... De seguir ahí habría sido insoportable su corazón herido y el de Marinette también. Ahora su mente la estaba llenando de su hermano y el trabajo, absolutamente nada más.

El clima se estaba volviendo cada vez más frío, y las lluvias eran inminentes, así que tomó un abrigo y se dispuso a salir por la puerta, pero al abrir Gabriel estaba del otro lado con la mano alzada, con la clara intención de tocar la superficie.

—Señor Agreste. —dijo al verlo y soltó el aire con algo de frustración.— ¿Cómo sabe dónde vivo?

—No es muy complicado para mí encontrarte a estas alturas. —Gabriel lo miró de pies a cabeza, notando ojeras marcadas bajo sus ojos, al mismo tiempo que su perfil parecía más afilado al perder peso probablemente. —¿Crees posible que podamos hablar?

—Tengo prisa realmente. —Adrien juntó un poco la puerta, pero al ver que bajaba su cabeza decepcionado, algo dentro suyo quiso decirle que podia darle unos minutos. —Así que sea breve. —se dió media vuelta y entró nuevamente al departamento, Gabriel levantó la cabeza al oírlo y lo siguió más emocionado por ese pequeño paso.

Gabriel cerró la puerta y observó el pequeño espacio en silencio, se dirigió al living donde Adrien había tomado asiento y se sentó frente a él aclarando su garganta.

—Usted dirá.

—Yo... Estuve en la empresa, pregunté por ti pero me dijeron que ya no trabajas ahí, intenté contactar con Marinette pero me dijeron que ella no ha aparecido en dos semanas tampoco... Entonces me preocupé y fui a su casa...

Decir que no le inquietaba recibir esas noticias sobre Marinette sería mentira, pero se hizo el desentendido con el asunto. Ese hombre era a quien menos quería mostrarle debilidad y sentimentalismos.

—Supongo que puso un perro rastreador tras de mí.

—No exactamente.

—Mire señor Agreste, yo no tengo intenciones de... Conocerlo, ni de que usted me conozca a mi. No me interesa nada que tenga relación con usted. Así que quiero dejar claro que esta será la última vez que lo reciba.

Gabriel lo miró fijamente, buscando alguna duda en sus palabras, pero no había. Su determinación daba miedo, pero rendirse no es una palabra en su vocabulario.

—Adrien... Sé que son demasiadas cosas que procesar, sé que esto fue como un balde de agua fría para ti. Pero... Te guste o no eres mi hijo, y Félix también es mi hijo. Quiero estar para ustedes... Quiero darles todo...

Te Puedes Quedar En Mi Corazón "Cada Tropiezo Me Lleva A Ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora