Capítulo 17

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Adrien contuvo la respiración, quería evitar verla, pero le era imposible.

Marinette terminó de acomodar la prenda que envolvía el cuello se su camisa con una sonrisa plena, no se alejó siquiera un paso y descansó sus dos manos sobre el pecho fornido del varón. Sus ojos subieron lentamente a los de Adrien y se quedaron ahí por una eternidad de segundos.

—En realidad, según mi madre yo también tengo dos pies izquierdos. — habló él por lo bajo y rieron en complicidad.

—Supongo que haremos el ridículo. — completó Marinette respirando sin querer el perfume de su asistente y con esa simple acción descubrió que su escencia le encantaba, haciéndola sentir dispersa en el aire, como si flotara sobre las nubes en pleno amanecer.

Tomaron posición, imitando a las demás parejas a su altededor.

Marinette fue la primera en moverse. Subió su mano arrastrandola sobre la tela, sintiendo lo áspero de cada punto diminuto, para luego simplemente dejarla descansar sobre el hombro del rubio, esperando que él hiciera el siguiente movimiento, y así fue.

El de mirada esmeralda elevó su mano izquierda, esperando pacientemente en el aire a su compañera de baile, cosa que no demoró mucho.

Compartieron el calor de sus manos y se aferraron con firmeza. Era como si de alguna forma sintieran temor de que se desvanecieran en el aire.

La mano derecha de Adrien se deslizó en una discreta caricia desde su cintura hacia su cadera, para después seguir su camino a la espalda baja de ella.

Marinette dejó escapar el aire por sus labios en un suspiro. Podía sentir como las yemas de los dedos de su asistente rozaban su piel descubierta por su vestido, provocando que un extraño sentimiento naciera en su estómago, como si un montón de burbujas reventaran en cantitades descomunales.

La música comenzó a sonar y dieron el primer paso sincronizados, se podría decir incluso que se leían la mente.

Ninguno imaginó lo íntimo que sería ese baile, pero ahí estaban... Entregándose en cada paso y en cada respiro que les quitaba el moviento. Sin dejar si quiera que la vergüenza los hiciera apartar la vista.

—Creo que baila tan bien como administra la empresa. — soltó en un cumplido, pero ella estaba tan sumergida en lo que estaba sintiendo que no pudo responderle algo coherente.

Marinette se permitió cerrar los ojos en un acto de fe, dejando que Adrien los guiara. Él la hizo girar y cuando volvieron a juntarse, repitió la misma caricia por su silueta con lentitud. Tragó grueso... solo porque esta vez fue conciente al disfrutar poder tocarla, sintiendo el calor que emanaba su cuerpo sobre la tela del vestido, pero claro que no era un toque pecaminoso y mucho menos con dobles intenciones.

Adrien la respetaba tanto como la admiraba. Si pudiera cultivar él mismo flores para llevarle todos los días, lo haría sin pensarlo.

La música se hacía eterna. El aire que provocaban ellos mismos a su altededor, no hacía mas que permitirles tatuar sus almas en sus corazones.

Iban y venían como las estrellas fugaces cada noche. Pero no todos se percatan de eso en el vacío del universo.

La canción se dió por terminada y en la última nota, se vieron otra vez, cosa que los estremeció provocando que ambos tropezaran. Adrien la sujetó con más fuerza pegandola a su torso, evitando que los dos acabaran en el suelo. Sus respiraciones se agitaron, pero no estaban seguros si era por el susto, por el baile reciente o por la cercanía que tenían en ese instante. Quedaron tan cerca que podían sentir como el aire se escapaba de ambos.

Te Puedes Quedar En Mi Corazón "Cada Tropiezo Me Lleva A Ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora