Capítulo 3

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Una semana. Ese era el tiempo que había pasado desde que dictaron la sentencia del joven de ojos verdes.

Muchos creerían que era muy poco tiempo, pero realmente en esos días habían pasado muchas cosas.

Los primeros dos días libre por fin, llegó el aviso de embargo de la casa y ya al tercer día no pudo encontrar alguna solución a aquello, perdiendola indefinidamente.

Le permitieron sacar sólo algunas de sus pertenencias de la propiedad. Durmió dos noches en la banca de un parque, en el frío de la ciudad parisina, no quiso pedirle alojamiento a su amigo Nino porque sentía que que ya le debía demasiado. Además que el moreno también tenía gastos y sus propios problemas.

Se sentía a la deriva en todo y lo que más le preocupaba era que su pequeño hermano ahora se encontraba en una casa hogar, lejos de él.

-Ya te lo dije Adrien. Mientras no quede probado que tienes las condiciones necesarias y que eres apto para el cuidado de Félix, él tendrá que permanecer en la casa hogar.

-Pero es mi hermano. Él debe estar conmigo... Es solo un niño.- puso las manos sobre el escritorio de madera y la mujer frente a él lo quedó mirando en silencio por unos segundos.

-Adrien.- suspiró y acomodó unas hojas sobre la superficie, posicionando adecuadamente sus gafas.- sabes como son las cosas. Esto ya te lo venía conversando desde que... .- pensó un momento sus palabras.- Desde que tu madre falleció y quedaste a cargo de tu hermano, pero ahora se suma este problema judicial y con esos cargos que tienes, veo mucho más difícil que te otorguen la custodia de Félix.

-¡Pero yo no tuve nada que ver en eso!.- se puso rápidamente de pie sin dejar de verla y la impotencia se veía claramente en sus verdes.- Nathalie, por favor. Tu me conoces desde hace casi dos años, sabes que jamás haría algo que perjudicara tener a mi hermano conmigo. Sabes que yo no consumo drogas ni nada de esas cosas.

-Lo que yo crea o no, no es relevante. Tendrás que hacer méritos... debes conseguir un empleo, tener un lugar adecuado para que Félix viva... donde pueda ir a la escuela. Él necesita estar bien y feliz, perder a su madre a tan corta edad fue un golpe muy duro.

Adrien cerró sus ojos agotado y se sentó nuevamente desviando la mirada, sintiendo unas inminentes ganas de soltarse a llorar como si de un niño se tratara y es que estaba demasiado cansado, no sólo físicamente sino que la presión psicológica a la que había sido expuesto los últimos días era demasiada.

-Él es feliz conmigo... .- musitó apoyando su codo en la silla donde se encontraba.

-Lo sé. Pero así son las cosas y por ahora no eres apto para que él esté contigo.

Un largo silencio por parte de ambos inundó aquella oficina. Lo único que se podía oír era el tic tac del reloj de pared.

-He buscado trabajo, pero nadie quiere recibirme. Nadie quiere tener de empleado a alguien con los papales manchados.- soltó con aborrecimiento.- nadie confía en que yo no tuve nada que ver en eso.- se volteó a verla sintiendo como todas sus emociones se acumulaban en su pecho.

Nathalie le creía, realmente lo hacía. Pero ella no podía hacer nada para ayudarlo.

-Alguien lo hará...

-Se supone que un amigo me ayudaría para conseguir empleo de medio tiempo en un bar, pero el dueño no quiere tener a alguien con cargos de posesión de drogas.- presionó su mandíbula.

-Adrien...

-Quisiera ver a mi hermano, si no te importa.- la interrumpió, sabía lo que le diría. Pero ya no quería más palabras de aliento, solo quería estar con ese pequeño rubio.- ya no quiero hablar mas sobre esto.

Te Puedes Quedar En Mi Corazón "Cada Tropiezo Me Lleva A Ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora