Capítulo 25

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Hablar con Nino y Alya fue lo más complicado. Entre que estallaban en preguntas sobre Félix y la inusual jefa de su mejor amigo, la pareja no podía creer todo lo que hizo.

Adrien estuvo más de dos horas explicándoles la situación y lejos de recibir alguna crítica, celebraron con él. Les costó despedirse, pero el rubio creía que era momento de darles su espacio como pareja e irse con su hermano sería lo más razonable ahora que podía hacerlo.

Félix observó la casa con curiosidad cuando se encontraban fuera, caminó de la mano de Adrien. Lo único que su hermano le dijo es que por el momento vivirían en la casa de su jefa mientras ella estaba de viaje.

El mayor buscó las llaves y con un sentimiento ansioso naciendo en su pecho abrió la puerta, casi enseguida se oyeron los maullidos de los dos gatos, quienes se asomaron por la puerta en busca de su dueña. Félix dejó que sus rodillas tocarán el suelo y los felinos se le acercaron al instante.

—No dijiste que tenía gatos. —mencionó con alegría, mientras Plagg se acariciaba sontra él al igual que Tikki. —Hola, me llamo Félix. —Adrien sonrió. Acarició la cabeza de ambos para abrirse paso dentro del lugar y encender la luz de la entrada.

—Entra. Hace frío fuera. —le indicó con la cabeza antes de dejar los bolsos en el suelo. El niño obedeció y los gatos lo siguieron a la par. —necesito decirte algunas cosas, así que préstame mucha atención. —se encargó de cerrar la puerta y encendió la luz de la sala, se sentía un poco extraño estando ahí sin su jefa.

—Esta casa es más grande que la de nosotros. —Félix se sentó en el sofá observando todo el lugar en detalle sin salir del asombro. —tu jefa ha de ser muy rica.

—Oye, escúchame. —Adrien se cruzó de brazos y su hermano volteó a verlo. —Félix, esto es temporal. Por favor procura no romper nada y también debemos mantener el orden o podría meterme en problemas. —a pesar de hablarle seriamente, Félix tenía puesto sus ojos a su espalda.

—Adrien, ¿por qué hay una foto de la princesa aquí?

—¿Cómo? —volteó a ver donde su hermano. Félix se puso de pie rápidamente estirandose lo suficiente para alcanzar una fotografía de Marinette junto a sus padres.

—Ella es la princesa de la casa. Siempre iba a jugar conmigo y Bridgette. —observó la foto con una sonrisa enorme. —pero aquí parece una niña. —Adrien se agachó a su altura y también miró el cuadro.

Se mostraba una Marinette bastante más joven, su cabello estaba atado en dos coletas, portaba una camiseta blanca y un pantalón rosa. Junto a ella había un hombre fornido de cabello castaño y una mujer de rasgos asiáticos con el mismo tono de cabello que ella.

<<De seguro son sus padres. Que pequeña se ve... >>

—¿Dices que ella iba a la casa hogar? —Félix asintió varias veces y lo miró extrañado. —¿alguna vez te dijo porqué?

—Ella dio dinero para la sala de juegos y luego de eso iba a jugar conmigo. ¿La conoces?

—Si... La conozco. —tomó el cuadro y lo puso en su lugar. —Somos... Buenos amigos. —desordenó su cabello, quedando algo pasmado por esa revelación.

¿Ella conocía a su hermano?, recordaba haberle mostrado fotos de él, pero... ¿Se dio la molestia de visitarlo?, ¿cómo debía sentirse respecto a eso?, ¿por qué no le dijo nada?

Por más que intentaba pensar razonablemente y en modo de que ella necesitaba espacio en muchos sentidos, seguía metiéndose a su corazón más profundamente sin pedir permiso. Sólo habían pasado unas horas desde que se fue y ya quería verla.

Te Puedes Quedar En Mi Corazón &quot;Cada Tropiezo Me Lleva A Ti&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora