Capítulo 23

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Estaba feliz y completamente segura de que todo mejoraría. Estuvo planeado cada evento para ese fin de semana, después de todo se casarían y formarían un hogar juntos.

Tenía la copia de la llave de su departamento, jamás la usaba porque le parecía irrespetuoso entrar como si nada, incluso siendo novios hace dos años, Marinette siempre respetó su privacidad.

Llevaba en su mano una bolsa de papel con algunos pasteles para que juntos desayunaran, no recordaba la última vez que lo habían hecho, pero quería borrar el sentimiento abrumador que se adueñaba de su pecho y más aún aquella voz interior que te dice cuando las cosas no van bien. Negación podría ser la palabra.

Entró en silencio, su idea era que comieran y volvieran a su casa por todas sus cosas, para cuando pasara Luka a buscarlos.

Con una sonrisa llena de ilusión, abrió la puerta de su habitación, su cuerpo quedó paralizado, y eso que sólo abrió la puerta unos cuantos centímetros, pero eran lo suficientes para ver a Nathaniel con el torso desnudo y el cabello alborotado, al igual que la chica a su lado con la espalda descubierta.

Se volvió ausente. Su mente se transportó a un lugar tan lejano, que era imposible alcanzarla.

Retrocedió dos pasos y viendo sus pies caminó devuelta a la salida, se llevó todo lo que había comprado, incluso se llevó su corazón desgarrado en pedazos.

Cuando cerró la puerta, se apoyó en la misma y soltó el aire que estaba atravesado en su garganta.

Una mezcla de sentimientos golpeó su pecho y dolió... Dolió tan horriblemente que sintió sus rodillas flojas.

No habían lágrimas, sólo un grito interno buscando la salida desesperadamente sin poder encontrarla.

Nathaniel tenía algo en sus manos, algo tan precioso, y lo lanzó desde la punta de la Torre Eiffel sin detenerse un segundo para apreciarlo.

La imagen de los amantes juntos reaparecía ante sus ojos una y otra vez, incluso cuando ya había vuelto a su casa. Pasó horas en el sofá, y no fue hasta que el golpeteo de su puerta la hizo volver a la realidad.

Chloe había llegado y era momento de tomar una decisión.

—Señorita Marinette. —aquella voz aterciopelada llegó a sus oídos. —Señorita Marinette, ¿está bien? —Marinette frotó sus ojos y alzó la vista encontrándose con el rostro preocupado de su asistente.

—¿Adrien?

—¿Se encuentra bien?, ¿quiere que la lleve a su casa? —preguntó dejando la carpeta de sus manos sobre su escritorio. —puedo decir que no se siente bien.

—No, estoy bien. —se irguió poniendo una mano en su frente. —discúlpeme, no he dormido muy bien anoche y no me di cuenta que me quedé dormida. ¿Nadie me vio cierto?

—Descuide, nadie ha entrado a la oficina.

—Bien... —aclaró su garganta y volvió su concentración a la computadora. —acabemos con esto.

Adrien volvió a su puesto, observándola de vez en cuando sobre la pantalla. Sus verdes viajaron a la esquina de la oficina, más precisamente al arreglo de flores que le pidió que dejara en la basura por la mañana.

No podía evitar pensar qué había ocurrido entre Nathaniel y ella después del trabajo el día anterior. Estaba preocupado por lo alterado que se mostró el pelirrojo aquella mañana, pero más aún al ver lo cansada que se veía su jefa en ese momento. Su sonrisa no estaba como todos los días, pensó en hacerle una de sus notas matutinas, pero al mismo tiempo creía que ahora mismo algo así los pondría en una situación incómoda.

Te Puedes Quedar En Mi Corazón "Cada Tropiezo Me Lleva A Ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora