Fernando me llama poeta.
- Poeta.
Al instante,
cinco sogas,
me estrujan el cuello.
Quiere intercambiar dos cientos
por reconocimiento «del bueno».
- ¿Es justo eso, poeta?
Llevar unas cuantas palabras
al lugar de otros ya grandes.
- Valdrá la pena averiguar
Mi esposa me ve animada,
mis padres, mis hermanas.
¿Hay que ocultar todo lo malo
en este mundo de publicaciones?
¿Hay razón verdadera para pensar
que el malo es el del reflejo?Fernando me llama poeta,
y el impostor del espejo
que reclama:
- Si acaso,
eres un hosco manojo
de hostilidades.