Mi Dios era su propia indiferencia,
para toda mi escritura tenía señas marginales,
unas líneas delgadas mantenían al margen
el dibujo, a tinta roja, de sus labios en mi piel.

Mi Dios
Mi Dios era su propia indiferencia,
para toda mi escritura tenía señas marginales,
unas líneas delgadas mantenían al margen
el dibujo, a tinta roja, de sus labios en mi piel.