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El sol se alzaba tímidamente sobre el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados que se desvanecían en un suave azul. Me desperté temprano esa mañana, ansiosa por ver los avances de nuestro proyecto. Me vestí con ropa cómoda, ideal para la jornada de trabajo que tenía por delante: un pantalón de mezclilla resistente, una camiseta de algodón y unas botas de trabajo que me acompañaban en cada paso que daba por Asgard.


Al salir de mi habitación, el fresco aire de la mañana me envolvió, y un agradable aroma a tierra húmeda me dio la bienvenida. Había llovido durante la noche, y el suelo aún estaba en proceso de secado, con pequeños charcos que reflejaban los primeros rayos del sol. La mansión, con sus paredes blancas y estructura moderna, se erguía imponente en el centro de la propiedad, desentonando con todo lo demás, rodeada de vegetación que estaba comenzando a florecer. Me dirigí al jardín para comprobar el estado de nuestras plantaciones. Las primeras plántulas de vegetales ya habían brotado, emergiendo del suelo con una promesa de prosperidad. Las filas ordenadas de zanahorias, lechugas y tomates estaban creciendo bien, cada una con su propio ritmo, como una danza silenciosa en el verde de la tierra. Los árboles frutales que habíamos plantado también mostraban signos de vida, con pequeñas hojas verdes asomando entre las ramas aún desnudas.


En el corazón de Asgard, el bullicio de la actividad se hacía notar. Los obreros, con sus cascos y chalecos reflectantes, trabajaban diligentemente en la construcción del comedor gigante. La estructura metálica del edificio empezaba a tomar forma, con vigas y columnas que se entrelazaban para crear el esqueleto de lo que sería nuestro punto de encuentro común. El sonido de las herramientas y el eco de las voces llenaban el aire, creando una sinfonía de progreso y esfuerzo.


Me dirigí hacia el área de construcción, donde Merle y Daryl estaban supervisando las obras. Merle, con su característica actitud extrovertida, estaba animadamente dando instrucciones a los obreros, gesticulando con las manos y ofreciendo comentarios que mezclaban humor y crítica. Su voz, fuerte y llena de energía, contrastaba con la serena calma de Daryl, quien se mantenía un paso atrás, observando atentamente desde una esquina.


Observé a Merle con un aprecio renovado. Era difícil olvidar que este hombre, tan enérgico y vivaz, había librado una dura batalla contra la adicción. En la serie, y hace no mucho tiempo, Merle había estado atrapado en las garras de las drogas, un pasado que lo había llevado a perderse a sí mismo y a herir a quienes lo rodeaban. Pero ahora, en este nuevo comienzo que todos habíamos abrazado, Merle había dejado atrás esa vida. Se mantenía sobrio, un logro monumental para alguien que había vivido sumido en la oscuridad por tanto tiempo. Verlo así, liderando y motivando a los demás, me llenaba de respeto. Merle Dixon ya no era solo el hermano mayor de Daryl, sino un hombre que había decidido luchar por un futuro mejor, para él mismo y para todos nosotros.


Daryl, con su chaqueta de cuero desgastada y su expresión reservada, estaba absorto en la revisión de algunos planos. Su cabello aún claro, ligeramente desordenado, caía sobre su frente mientras se inclinaba sobre los documentos. La forma en que se concentraba en el trabajo me hacía admirarlo aún más, y un ligero sonrojo se instaló en mis mejillas cada vez que nuestras miradas se cruzaban accidentalmente.


—Todo parece estar en orden —dijo Daryl, con una voz grave y calmada—. Merle está haciendo un buen trabajo supervisando a los obreros, pero me gustaría asegurarme de que todos estén siguiendo los planos correctamente.


—Sí, claro —respondí, tratando de mantener mi voz firme a pesar de la ligera emoción que sentía—. El progreso es impresionante, y el comedor estará listo para la fecha prevista. ¿Hay algo específico en lo que necesites ayuda?


Daryl me miró con una mezcla de sorpresa y gratitud. —Por ahora, solo revisa el área de la cocina. Quiero asegurarme de que todo esté bien planeado para el almacenamiento y la distribución de alimentos.


Mientras me dirigía hacia la sección de la cocina, observé a Merle charlando animadamente con algunos obreros. Su risa resonaba por todo el lugar, y no pude evitar sonreír ante su desbordante energía. Aunque su actitud era a menudo provocadora, también era evidente que se preocupaba profundamente por el bienestar de todos en Asgard.


La sección de la cocina estaba en pleno proceso de planificación. La disposición de los espacios, la ubicación de los utensilios y la disposición de los hornos y frigoríficos estaban siendo cuidadosamente diseñados. Me aseguré de que todos los elementos esenciales estuvieran bien ubicados y que el flujo de trabajo fuera eficiente. La cocina, cuando estuviera terminada, no solo sería un lugar para preparar alimentos, sino un espacio que fomentaría la camaradería y la cohesión entre los miembros de la comunidad.


Por la tarde, me reuní con Jake para revisar el estado de los animales que habíamos adquirido. Los nuevos animales ya estaban en la propiedad, y el corral donde se alojaban estaba listo. Las vacas, gallinas, cerdos y cabras parecían adaptarse bien a su nuevo hogar. Los caballos, con sus crines al viento, pastaban tranquilamente en un campo adyacente. Me sentí aliviada al ver que todo estaba en orden.


—Todo está funcionando como esperábamos —dijo Jake, mientras observábamos a los animales—. Los caballos parecen estar contentos en su nuevo ambiente. Las vacas ya están acostumbrándose a la rutina de ordeño, y las gallinas están poniendo huevos.


—¡Excelente! —respondí, satisfecha—. Ahora solo queda asegurarnos de que todo el sistema de cuidado y alimentación esté bien organizado.


Mientras caminábamos de regreso hacia la mansión, noté que Daryl estaba cerca, observando desde la distancia. Su presencia me causaba una mezcla de nervios y emoción.


Cuando el día comenzó a desvanecerse, el cielo se pintó de un profundo azul oscuro salpicado de estrellas. Las luces de la mansión comenzaron a brillar, creando un resplandor cálido que contrastaba con el frío de la noche. Decidí tomarme un momento para descansar y reflexionar sobre todo lo que habíamos logrado.


Me senté en uno de los bancos del jardín, mirando el horizonte. El suave murmullo de la naturaleza y el canto de los grillos creaban una melodía tranquila. Pensé en todo lo que aún quedaba por hacer y en cómo cada día nos acercaba más a nuestra visión de un refugio seguro y próspero.

REBIRTH (the walking dead)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora