Capítulo 29: "La guarida y el fuego que no se apaga"

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A menudo hacía comparaciones entre Konoha y Kiri, donde se destacaban los luminosos y frondosos bosques llenos de hojas y árboles coloridos de la nación del fuego, versus los mugrosos y pobres paisajes llenos de neblina de una aldea a la cual no se acostumbraba todavía.

No llevaba demasiado tiempo fuera de su hogar, sin embargo le costaba adaptarse al clima y a los tratos. Al menos el Sandaime era una persona amable que sonreía a menudo, no un niñato que por tener un monstruo dentro debía ser tratado como un dios.

También se estaba dando cuenta de que sus compañeros eran ineficientes. Lo primero que hicieron al salir de la torre del Mizukage fue apostar por quién encontraba el escondite de la serpiente Sanin primero, pero ella sabía que estaban lejos de alcanzar dicha ubicación.

Y Tonemi se sentía bastante dichosa de tener aliados peluditos de la aldea de la hoja que tenían investigado al hombre, porque gracias a Uruko fue que logró encontrar el escondite.

-No me jodas...

Si hubiera apostado con sus nuevos compañeros, les habría ganado en seguida, porque se encontraba al frente de dicha guarida y no sabía si alegrarse o aterrarse. El escondite era una especie de cueva subterránea camuflada con genjutsu y fauna del lugar. Muy inteligente, pensó Tonemi con cierto recelo. Orochimaru era demasiado inteligente para los altos mandos, y aunque esperaba que estuviese libre, le sorprendía que nadie haya dado con su paradero y la Uchiha, entre todas las personas, haya logrado ubicarlo. Porque el lugar no tenía signos de haber sido descubierto.

Caminó junto a Uruko en brazos por el primer pasillo que encontraron. Supo que Pakkun les había contado toda la historia y que todos estaban ansiosos por volver a recibir ordenes de ella y trabajar en equipo, pero tuvieron el voto de confianza de no decirle absolutamente nada al dueño original de la Invocación para proteger tanto el corazón de Tonemi como su ubicación.

La definición del lugar podía pasar como tétrica. Las paredes tenían luces de velas encendidas, como si siempre estuviesen esperando algo o alguien. Goteaba del techo lo que sea que fuese (pero estaba segura de que no era agua) y cada vez escuchaba más ruidos a medida que caminaba.

-Bienvenida a mi humilde morada, Katon. -escuchó y apretó a Uruko con un poco más de fuerza, sobresaltada.

Por un momento creyó ver una figura delgada y alta al fondo del camino (que ahora ya no sabía si existía dicho fondo) y corrió lo más que pudo, encontrándose de frente con quien fue su maestro de pociones y antídotos durante la tercera gran guerra ninja y el mismo que le quería sacar los ojos.

-Tardaste menos tiempo del que esperaba. Eres veloz incluso para encontrarme. Fascinante. -se le acercó sigilosamente y ella se sintió en una encrucijada. Orochimaru tenía unas vibras que desconocía y eso, por alguna razón, le dio muchísima desconfianza-. ¿Qué tal te va en tu nueva vida? Cuéntame, me intriga.

De un salto ella se alejó. Dejó a Uruko en el suelo y le pidió que se marchase, que era peligroso si los demás no estaban y no quería causar un alboroto. El perrito la miró con evidente preocupación en sus ojitos y se marchó.

-No te hagas el amable. Quisiste sacarme los ojos.

Escuchó en él una risa y sintió escalofríos.

-Ah. Sí, y planeo obtenerlos. -dijo simplemente-. Pero me enternece que hayas decidido venir después de nuestro primer encuentro. Partimos esta nueva etapa con el pie izquierdo, ¿no lo crees?

-Solo dime dónde está Suigetsu. Lo tomaré y me iré tranquilamente.

Escuchó algunos tsk de parte del legendario Sannin. Sintió que se estaba tomando esto como un juego.

Tonemi Shinden || El Diente De LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora