Capítulo 27: "Lazos familiares y noticias devastadoras"

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Lo único que podía escuchar eran los sollozos de la pequeña Akimetsu. Su largo cabello blanco tapaba su cuerpecito diminuto, frustrado ante la aparición de ese extraño sujeto que se llevó a su hermano. Tonemi estaba visiblemente enojada y se arrancaba algunos cabellos de la cabeza.

Debió suponer que su velocidad sería contrastada de alguna u otra forma por el Sannin de la serpiente. No solamente era un genio, sino que ya habían peleado codo a codo y seguramente conocía todos los movimientos de la joven. No podía creer que algo así se le hubiese salido de las manos. ¿Qué le diría a Mangetsu? ¿Que no fue lo suficientemente rápida para evitar que un antiguo compañero se llevara a uno de sus hermanos?

Dejó escapar un gruñido de frustración y sintió unas manos tocar su brazo. Se dio la vuelta y vio a Aki abrazándola, con pequeñas lágrimas en sus ojos. Se sentía terriblemente culpable.

-¿Sui... estará bien? -preguntó con miedo y algunos hipitos de su llanto.

Tonemi suspiró para reordenar sus ideas.

-Dudo que ese hombre le haga daño. -comentó-. Su fin es investigar sobre los jutsus, el chakra y el comportamiento del cuerpo respecto a eso. Lo necesita vivo para sus investigaciones.

No sabía si eso la iba a tranquilizar, pero aun así intentó ser un apoyo para ella y corresponder el abrazo que le estaba dando. Aki era una niña que amaba a sus dos hermanos y era la consentida de los tres. Mangetsu y Suigetsu siempre la protegían de todo mal, hasta claro, que se le arrebató a su hermano de sus manitas.

-Lo siento, Aki...

Ella negó.

-Ese hombre se veía muy fuerte, Katon-san... -le dijo, aún con el shock de que su hermano ya no estuviese a su lado-. Ni siquiera era de esta aldea...

Lo que quedó del camino, Tonemi se encargó de remar mientras Akimetsu dormía sobre su cuerpo. Pequeñas temblores y llantos venían de la niña y la Uchiha no se podía sentir peor. Ya estaba pensando en varias maneras de ir a buscar a Orochimaru y darle una paliza, o intentarlo al menos.

Le sorprendió ver que su chakra seguía tan silencioso como siempre, más su aura era inconfundible: oscura, siniestra e inmortal. El legendario Sannin de la serpiente era lo suficientemente ágil como para evitar que un golpe de la joven le hubiese hecho daño. Ni siquiera pudo tocarlo.

Soltó un gruñido y continuó remando hasta llegar a la orilla de una pequeña playa en la Tierra de las olas. Tomó sus cosas y con la pequeña Hozuki en sus brazos, caminó hasta la cabaña donde se habían alojado los primeros meses de la planeación de este golpe de estado que no le gustaba para nada.

Abrió la puerta y no encontró signos de gente dentro, por lo que dejó a la chica en uno de los futones cerca de ellas y la arropó. Debía descansar.

Tonemi necesitaba con urgencia desahogar su frustración o al menos sentirse en casa, y después de casi un año lejos de la aldea de la hoja, se le ocurrió buscar a alguien.

-Jutsu... de Invocación.

Jiraiya le había enseñado los sellos de manos de las invocaciones por defecto. Todos funcionaban de la misma forma para las entidades que existían y Tonemi aprendía demasiado rápido.

Esta era la primera vez en mucho tiempo que invocaba a uno de los ninken de Kakashi. De alguna manera, quería sentirlo cerca.

Pakkun abrió los ojos con sorpresa para derramar lágrimas y lanzarse sobre la mujer, moviendo su cola y lamiendo su rostro de forma cariñosa. Estaba feliz.

-¡Te creíamos muerta! -exclamó-. ¡Tonemi, no puedo creerlo!

Ella abrazó al can y le hizo caricias, derramando algunas lágrimas en el proceso. Sentía que estaba un poco más cerca de su hogar.

Tonemi Shinden || El Diente De LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora