Capítulo 10: "Castigos Y Miserias"

88 15 1
                                    

La primera vez que apareció en los cuarteles de ANBU después de la muerte de Obito, fue brutal. Kushina le había explicado que tuvo que echar a cada ANBU que llegaba a exigir la presencia de la chica en Raíz, y mantuvo una muy cordial conversación con el mismísimo Danzo, quien había ido en persona a buscarla y a criticar lo poco que la Uzumaki se preocupaba de la aldea, considerando el monstruo que tenía dentro, recibiendo amenazas poco corteses de parte de la pelirroja.

Los ANBU la miraron incrédulos cómo ella entraba por los cuarteles como si no se hubiese ausentado por casi medio año a sus actividades. Algo le decía que iba a recibir un castigo (ya se había acostumbrado a no tenerlos) y solo pudo inhalar profundamente y aceptar lo que venía encima.

Apareció en el mismo frío lugar donde Danzo realizaba sus labores de jefe de Raíz. Su Sharingan se mantenía activado y recorrió con su mirada todo el lugar, esperando alguna especie de cambio que le dijera que no iba a recibir ese tan poco ansiado castigo.

No había nada más que recuerdos vacíos.

-Finalmente te dignaste a venir. -escuchó de Danzo, quien yacía sentado en su especie de trono-. Ya sabes las consecuencias de desobedecer, ¿cierto?

Va a abusar de tí, Nemi-chan.

Quedó de pronto en una especie de shock, porque de una forma u otra, escuchó la voz de su hermano en su cabeza. Miró hacia todos lados y suspiró. Obito no estaba en ninguna parte y su Sharingan no permitía la entrada de Genjutsu.

-Mi hermano murió en la guerra durante la misión del puente Kannabi. -explicó a pesar de saber que él ya tenía conocimiento de dicho Evento-. Estuve en un duelo personal.

-De cinco meses.

Ella lo miró con su Sharingan fijo en él.

-Cinco meses de inactividad y varias semanas de coma.

Danzo la miró con una expresión interrogativa. De un momento a otro, Tonemi desapareció y el brazo vendado del hombre comenzó a ser consumido por llamas negras. Ante el grito de desesperación, la joven apareció detrás de él.

-Castígueme lo que quiera, señor. -le susurró-. Puede torturarme las veces que se le de la maldita gana, pero a estas alturas, con todo perdido... ¿No cree que debe esforzarse un poquito más para que me afecten sus amenazas?

El amaterasu se detuvo abruptamente, calmando la ansiedad del jefe de raíz. Las llamas negras solo podían ser extintas bajo la voluntad del usuario de las mismas, volviendo al hombre un ser vulnerable ante ella.

-Cuidado porque el fuego quema, lord Danzo. -le dijo-. Y yo lo controlo a mi voluntad.

Escuchó una pequeña pero tétrica risa de parte de quien se enfrentaba, poniendo su cuerpo en alerta, pero era tarde. Un miembro del clan Nara ya la había paralizado con su sombra al momento que intentó evitar que el Danzo le tomara la muñeca.

El hombre se dio vuelta con una sonrisa y la tomó del mentón.

-Eres atrevida, me estas gustando cada vez más, niñita. -le sonrió y la joven mantuvo activado su Sharingan-. Pero un castigo es un castigo, y te toca pagar por estos cinco meses sin venir.

Ella ya sabia lo que venía después. Le entraba un escalofrío por falta de sus ropas y el hombre se esforzaba en colocar un espejo frente a ella, para que viera lo inservible que era.

Se le había olvidado por qué no le gustaban los espejos.

Le dejó más cicatrices, moretones y mordidas. La chica no soltó alarido alguno, solo dejó que su cuerpo se usara para los propósitos carnales que él hombre deseaba. Entendía su razón de estar falto de afecto, si embargo, no tenía para qué obligar a una niña a hacer actos de ese calibre.

Tonemi Shinden || El Diente De LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora