rommies - Nick x Charlie - HEARTSTOPPER

Nicholas.

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Menorca, 02 de enero.

Acabo de llegar al aeropuerto, y el dolor en mi cabeza no cesa. Mis ojos están hinchados, y siento como si ya no me quedaran más lágrimas por derramar. Estoy completamente agotado, física y emocionalmente.
El calor aquí se siente fuerte, lo cuál me molesta un poco, ya que me había acostumbrado al frío de Nueva York. Ahora mismo, todo lo que necesito es una ducha y una cama. Dios, seguro me voy a resfriar.

— ¡Nick! — escuché decir de una voz familiar. Al levantar la vista, vi a mi tía acercándose con los brazos abiertos, lista para envolverme en ellos. — Hola, cielo. Te extrañé. — Dijo, mientras la abrazaba con fuerza.

— También los extrañé. — respondí, intentando controlar las lágrimas que amenazaban con escapar, aunque no lo lograron. Como dije, ya no me queda nada.

— Debes estar agotado. — Asentí con una pequeña sonrisa — Ven, tu hermano nos esta esperando afuera.

— ¿David? —pregunté, asombrado. No me lo esperaba en absoluto. Ella asintió con una sonrisa, y nos dirigimos rápidamente a donde él se encontraba.
Allí estaba, apoyado sobre la camioneta, con su celular en la mano. Levantó su cabeza y me miró seriamente. Me paré en frente suyo y me analizó de los pies a la cabeza, con los brazos cruzados.

— Vaya, creía que luego del instituto dejarías de crecer. — Dijo — No soporto ser el mayor y parecer menor que tú, aunque me da algo de ventaja a decir verdad... —rió suavemente antes de acercarse y darme un abrazo fuerte, uno que no habíamos compartido en años. Y allí estaban, de nuevo, las lágrimas queriendo salir. Por favor, no más.
Ninguno soltó una palabra, pero dijimos mucho en ese abrazo. Nuestra familia puede estar rota, pero no dejábamos de ser hermanos. Crecimos uno junto al otro, y aunque la vida nos mantenga separados, no dejamos de querernos a la distancia.

Al llegar a casa de mi tía Diane, los niños corrieron hacia mí, lanzándose encima con una alegría que casi había olvidado. Mientras me rodeaban, no podía evitar preguntarme por qué decidí privarme de este calor familiar durante tanto tiempo. Aunque, claro, sé la respuesta. Pero aún así, no puedo evitar sentirme como un completo idiota.

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Menorca, 13 de enero.

Han pasado varios días, y cada uno de ellos han sido una montaña rusa de emociones. Trato de no pensar en aquella noche, pero dios... ese beso es lo único que da vueltas todo el día por mi mente. Y luego le sigue aquella conversación.
No sé aún como sentirme, quizás debería hacerme a un costado de una vez por todas. Aceptar que Charlie ama a Ben, que él es lo que siempre quiso, que, aunque su relación es complicada, es lo que eligió. Lo eligió a Ben.

— Tía Diane ha dicho que en cinco minutos esta la cena. —Dijo David, mientras entraba a la habitación que compartíamos.

— Genial, gracias — respondí, sin apartar la vista del partido de vóleibol en la pantalla. Pero sentí su mirada fija en mí — ¿Ocurre algo?...

— No me haz dicho aún porque estas aquí —dijo, con una ceja arriba— Le he insistido a la tía Diane que me lo contara, pero ha sido más difícil de lo que creía. —Sonreí. Sabía que podía confiar en mi tía más que nadie en este mundo. — Es sobre alguna chica, ¿cierto?.

— Si... chica, claro. —Dije, sarcástico. David me miró, confundido.

— Oh... espera... es... ¿chico? —asentí, y él abrió los ojos, sorprendido— Vaya, ¿Cuántos capítulos de tu vida me perdí?

— Más que capítulos, diría temporadas —sonreí. Me hubiera gustado habérselo confesado hace tiempo, cuándo me di cuenta que la idea de estar con un chico no me disgustaba, pero a la vez me aterraba.