A la mañana siguiente, Bosco despertó con un mensaje de buenos días de parte de Pedro Pablo; el castaño no tenía idea de cómo había conseguido su número de celular, pero tenía que admitir que lo halagaba mucho que el rizado hubiera hecho el esfuerzo de tragarse su orgullo y pedirle su contacto a alguno de los miembros de la familia; significaba que alguien más sabía que, por alguna razón, sabía que Pedro Pablo estaba buscando algún tipo de cercanía con él.
El mensaje de Pedro Pablo podía ser corto en cuanta a la extensión; simplemente le deseaba suerte en su combate y le avisaba que estaría ahí, puntual, para verlo en primera fila. Sin embargo, las intenciones del mensaje eran claras: hacerle saber a Bosco que la platica de la noche anterior no había sido algo tomado a la ligera, que Pedro Pablo realmente estaba buscando reconquistarlo.
Bosco se limitó a contestarle un par de corazones; tenía su orgullo y su dignidad después de todo, y creía que, contrario a la primera vez, en esta ocasión le tocaba a Pedro Pablo ser quien tuviera la iniciativa y tomara el mando de la situación.
Sin embargo, Bosco no se podía desconcentrar pensando en Pedro Pablo o en sus rizos rebeldes que tan bien lo hacían lucir, ni en sus sonrisas, ni mucho menos en sus besos que lo derretían por dentro y lo hacían sentir como si estuviera descubriendo el amor por primera vez; esa tarde tenía su competencia de esgrima y, aunque a Bosco ya no le importaba ganar tanto como antes, aún así tenía una reputación que mantener.
La hora de la competencia llegó y Bosco se olvidó del resto del mundo por unos momentos; cuando estaba en combate, nada más importaba, solamente él, su sable y el oponente frente a él. Las rondas comenzaron a pasar, una tras otra, mientras Bosco ganaba cada uno de sus combates, en la mayoría de los casos, por márgenes muy amplios.
Los combates estaban a punto de terminar, por lo que los organizadores anunciaron un pequeño descanso para que cada deportista fuera a su vestidor a descansar un poco antes de las finales; Bosco estaba bastante satisfecho con su desempeño hasta el momento, pero no creía ser capaz de ganarle a su siguiente oponente; era un chico de Colombia, el actual campeón de la liga y llevaba una racha ganadora de muchos combates sin perder.
Llegó a su vestidor y comenzó a hidratarse un poco, al tiempo que limpiaba su sudor con una de sus elegantes y costosas toallas faciales. Estaba ahí, perdido en sus pensamientos, cuando pudo sentir la presencia de alguien entrando a la habitación; no tuvo que alzar la cabeza o abrir los ojos para saber de quién se trataba; ese perfume a lavanda solamente podía pertenecerle a Pedro Pablo Roble.
-Hola, Bos- escuchó la voz de Pedro Pablo y no pudo evitar sonreír; era increíble que, con solo una noche y algunos besos, Bosco sintiera que aquella conexión entre ambos se había restablecido de alguna extraña manera.
-Si viniste- dijo Bosco a modo de saludo.
-No me lo hubiera perdido por nada del mundo- la sonrisa de Pedro Pablo era algo tímida, como si no supiera que tan bien recibido sería en aquel momento.
-Me da gusto que estes aquí- las palabras de Bosco eran un intento por suavizar un poco la expresión preocupada del rizado; quería hacerle entender, sin exhibirse demasiado, que su presencia aquella tarde era mucho más que bienvenida; era celebrada.
-¿Estas nervioso?- preguntó Pedro Pablo con interés.
-Sabes que no- respondió Bosco encogiéndose de hombros.
-¿Es que nunca te pones nervioso?- le preguntó el rizado poniendo los ojos en blanco.
Bosco quiso decir que si, que siempre se sentía nervioso cuando Pedro Pablo estaba cerca de él, viéndolo como lo veía o tocándolo como solía tocarlo; cuando Pedro Pablo lo besaba, Bosco apenas y podía recordar su nombre, ni que decir sobre recordar alguna postura o algún ángulo relacionado con la esgrima.
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Sobre el amor|| Bospa
FanfictionPequeña antología de one shots inspirados en Pedro Pablo Roble y Bosco Villa de Corted.