LUCIFER
Ella me miraba como si estuviera loco, lo cual no era un sentimiento nuevo para mí. Su mirada estaba llena de incredulidad y desafío, como si pudiera ver a través de la máscara que a menudo ponía para ocultar mi verdadera naturaleza.
—Por Dios, suéltame —dijo, su voz vibrando con una mezcla de miedo y desafío.
Sentí que la ira y el deseo se entrelazaban en mi pecho. Tuve que controlar la vorágine que amenazaba con hacer que mis ojos se volvieran rojos. Esta humana había mencionado demasiado al de allá arriba, y eso era una provocación que no podía dejar pasar.
Ella puso su mano en mi pecho, un gesto que pretendía desarmarme, pero me provocó aún más. Antes de que su valentía me hiciera perder el control, coloqué mi mano detrás de su cabeza, agarrando su cabello con firmeza, pero sin dañarla. Era un dominio que disfrutaba; sabía que cualquier movimiento en falso podría enviarla al infierno... o al cielo.
La miré a los ojos, ese abismo de emociones convulsas.
—Mírame a los ojos y bésame —ordené, mi voz reverberando como un trueno en la atmósfera cargada.
Su cuerpo se paralizó un segundo, procesando mis palabras. Pero no era de esperar a que ella decidiera lo que quería. Con un impulso, usé mis poderes. Un toque suave de mi magia tomó forma, obligándola a acercarse, haciéndola vulnerable a mi deseo. Sabía que, al final, recordaría este momento como un sueño, y así sería, pero debía tenerlo.
Ella se acercó a mí, sus labios listos para chocar con los míos. Sin embargo, cuando creía que iba a obtener el beso que tanto anhelaba, el momento se tornó en caos. Sus dientes se cerraron sobre mis labios, mordiendo con una ferocidad inesperada.
La sorpresa me dejó atónito. Se despegó de mí de un salto, y cuando miré mis manos, estaban manchadas de sangre. Me había cortado.
La miré, buscando respuestas en su expresión desafiante. La incredulidad cortaba como una navaja en mi interior.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunté, mi voz mezclando asombro y una frustración implacable.
—¡Estás loco! —gritó, su tono ahora resonando con furia—. ¿Cómo te atreves a pedirme que te bese? ¿Crees que esto es un juego?
A medida que sus palabras caían, mi mente no podía aceptar que una simple humana tuviera el poder de resistir el mandato de mi voluntad. La escena era surrealista; yo, Lucifer, el rey del infierno, siendo desafiado por alguien como ella.
—Largo de mi casa, y no quiero verte nunca en mi vida —dijo, señalando la puerta con una determinación que no esperaba de ella.
Como si yo, el rey del infierno, pudiera obedecerle. Me levanté, y en un instante, me encontré frente a ella. La sorpresa y la incredulidad estaban grabadas en su rostro, un hermoso equilibrio de tensión y miedo.
No le di tiempo a reaccionar. La tomé de la cintura y la pegué contra la pared, posicionándome entre ella y la salida. Podía escuchar su respiración acelerada, podía sentir su corazón latiendo fuerte contra su pecho.
—Si digo que me bese, lo hará —declaré, mi voz un eco de autoridad y desafío, impregnada de un poder que podría arrastrarla a las profundidades de un deseo del que no podría escapar.
Los ojos de Bianca se encontraron con los míos, y en ese momento, todo pareció detenerse. La guerra entre el miedo y la atracción brillaba en su mirada. Sabía que cualquier movimiento mío podría desatar el caos, pero también podía sentir que su resistencia se desvanecía lentamente, atrapada en la telaraña de mi poder.
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La mujer del diablo
FantasyUn pequeño pueblo donde la fe y la devoción son fundamentales, Bianca es la hija de pastores, marcada por su pureza y dedicación a la iglesia. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Lucas, un misterioso y seductor hombre que en r...