LUCIFER
La noche se había instalado en el aire fresco, un manto de oscuridad que conocía tan bien. Observe desde las sombras, oculto en el sopor de un árbol frondoso, como Bianca y ese humano despreciable intercambiaban palabras que, en el mejor de los casos, parecían ser un mal guion entre dos actores olvidables.
Bianca, con su cabello iluminado por el suave resplandor de la luna, sonrió mientras escuchaba al humano. Era un momento banal, pero para mí, cada segundo contaba.
—Bianca, quiero decirte algo—dijo él, su voz nerviosa apenas penetraba el murmullo de la noche.
—¿Qué pasa?—respondió ella, con una curiosidad que nunca fallaba en intrigarme.
—No lo tome a mal, pero me gusta. Desde hace años he estado enamorado de ti—confesó, y en ese instante, su vulnerabilidad se sentía como un eco en el aire.
La risa contenida que brotó de mis labios fue involuntaria. Era dulce, casi patético. ¿Años, pensaba, mientras un instinto oscuro me susurraba que lo mejor sería acabar con ese humano y liberar a Bianca de sus confusiones mortales? Pero eso no era lo que deseaba ahora.
—Lo juro que si no fuera porque está cerca de la humana, lo habría matado—murmuré para mí mismo, con una sonrisa torcida. Pero no había tiempo para dejar que ese deseo se manifestara.
En un impulso, me deslice de mi escondite, interpretando un dolor que apenas sentía.
—¡Ahh!—gemí con voz grave, asegurándome de captar plenamente su atención.
Sentí ambas miradas fijarse en mí; eso era precisamente lo que buscaba.
—Lo siento, no quiero molestarte, solo quiero llegar al hospital más cercano—dije, mi voz llenándome de un aire de desesperación fingida.
—Oh Dios, eres Lucas—exclamó Bianca, su sorpresa era casi palpable.
Hasta ese momento, habría preferido que simplemente me hubiera reconocido. Ser llamado "Lucas" era una burla comparado con la memoria del "de allá arriba".
—¿Qué es lo que tiene?—preguntó ella, acercándose con esa mezcla de preocupación e interés. Era como un pez atrapado en la red de un depredador.
—Solo un dolor—respondí con indiferencia, aunque sabía que cada palabra tenía un peso significativo.
No era un dolor físico, sino el tipo punzante y profundo que haría que cualquier mortal temblara. Pero antes de dejar que la verdad se manifestara, sabía que tenía que pensar en algo más convincente.
—Vamos, siéntate—dijo, tomándome del brazo, con una iniciativa que sorprendió incluso a mi oscuro ser.
Me senté, y una vez que ella se alejó, dejé de fingir el dolor. Suspiré y me giré hacia el insignificante humano, que todavía parecía un poco desorientado.
—Largo de aquí—dije con un tono helado, mis ojos incendiados de una luz que ni siquiera él podría comprender. Sabía que se acordaría de mí, pero como un mal sueño del que no se podría despertar.
El humano, sintiendo el peso de mi autoridad, se levantó y comenzó a caminar sin decir una palabra más. Un movimiento insignificante, pero con un eco que resonaría en su mente.
Bianca regresó, su mirada ansiosa buscando en todas direcciones.
—¿Dónde está David?—preguntó, su voz llena de preocupación.
—Se fue—respondí con calma, observando cómo su preocupación se convertía lentamente en confusión.
—Ahora dime, ¿dónde es que te duele?—insistió, su expresión decidida.
Fue en ese momento que, sin poder contenerme, la tomé de la cintura y la coloqué en mi regazo. Sabía que ese movimiento la tomaría por sorpresa, y efectivamente, sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Qué haces?—preguntó, con un tono que oscilaba entre el asombro y la indignación.
—Enseñándote dónde me duele—respondí con una sonrisa torcida, sintiendo el poder y el deseo burbujear bajo la superficie. Cada palabra que decía, cada gesto, solo aumentaba la tensión entre nosotros.
El juego apenas había comenzado, y en el oscuro teatro de mis pensamientos, sabía que pronto, ella no solo entendería mi dolor, sino que también se vería atrapada en la profundidad de la oscuridad que la rodeaba.
Y en ese momento, el tablero de ajedrez se movía, y las piezas comenzaban a posicionarse para el inevitable desenlace. Lo que comenzó como un simple encuentro se transformaría en una tormenta de emociones, y yo, Lucifer, estaría en el centro de ella, como siempre.
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La mujer del diablo
FantasiaUn pequeño pueblo donde la fe y la devoción son fundamentales, Bianca es la hija de pastores, marcada por su pureza y dedicación a la iglesia. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Lucas, un misterioso y seductor hombre que en r...