Este capítulo está narrado por Bianca y Lucifer, alternando entre sus puntos de vista:
El cansancio había ganado la batalla. A pesar de mis intentos de mantenerme despierta, mis párpados pesaban más que cualquier temor, y poco a poco me fui hundiendo en un sueño inquieto. La habitación a mi alrededor parecía tranquila, demasiado tranquila, como si el aire estuviera cargado de algo invisible. Pero al final, el sueño me envolvió por completo.
Al principio, todo fue oscuro, un vacío sin forma ni sonido. Pero luego, una presencia familiar comenzó a hacerse sentir. Mi cuerpo se tensó instintivamente, incluso en mis sueños. Sabía lo que estaba ocurriendo. Era él.
Sentí su presencia antes de verlo. El aire a mi alrededor se volvió pesado, frío, y la oscuridad comenzó a agitarse. Intenté moverme, escapar de lo que sabía que venía, pero mi cuerpo no respondió. Y luego, lo vi.
Lucifer, con su figura imponente, se acercaba desde las sombras, sus ojos rojos brillando en la penumbra. Esa presencia envolvente que ya conocía tan bien se cernió sobre mí, paralizándome de nuevo. Era como si mi cuerpo, mi mente, todo estuviera atrapado en su red.
—Sabes que no puedes huir de mí, Bianca —susurró su voz oscura, tan cercana que casi podía sentirla acariciándome la piel.
Intenté hablar, pero mi voz estaba atrapada en mi garganta, como siempre. La misma parálisis, la misma sensación de impotencia.
—Sigues luchando, pero es inútil —dijo, acercándose más—. Ya te tengo.
Mi cuerpo temblaba, y aunque quería gritar, quería empujarle lejos, sabía que no podía. Su presencia era aplastante, envolvente, y cada vez que aparecía, sentía cómo mi voluntad se desmoronaba un poco más. Pero dentro de mí, algo se aferraba. Mi fe, esa pequeña chispa que aún no había desaparecido. Sabía que eso era lo que él quería quebrar.
La observaba mientras dormía, mi figura fundida en la oscuridad. Bianca se veía tan indefensa, tan vulnerable en este estado, pero aún mantenía esa resistencia latente que me frustraba. A pesar de todo lo que había hecho, a pesar de haberla tenido, todavía se aferraba a esa fe absurda. Su virginidad ya no le pertenecía, la había perdido conmigo. Pero, en el fondo, eso no había sido suficiente.
Mi ceño se frunció al recordarlo. Un pequeño error, una simple pérdida de inocencia, no había sido nada comparado con lo que realmente me importaba: su alma, su fe. Incluso después de esa noche, Bianca seguía aferrándose a su devoción, a esa luz que la mantenía apartada de mí.
"Solo es cuestión de tiempo", me repetía constantemente. Pero a medida que los días pasaban, comenzaba a notar que un pequeño acto de lujuria no sería suficiente para quebrarla. No, Bianca necesitaba algo más. Algo más profundo.
—Crees que un simple error no cambiará nada —le susurré, mis palabras resonando en la habitación—. Pero pronto te darás cuenta de que todos los errores tienen consecuencias.
Vi cómo su respiración se aceleraba, aunque su cuerpo seguía inmóvil bajo mi hechizo. Estaba atrapada en el espacio entre el sueño y la vigilia, sin poder escapar de mí.
—Tu fe te sostiene... pero no durará mucho tiempo —continué, acercándome a su rostro, dejando que mi aliento frío tocara su piel—. Sabes que tarde o temprano, caerás. Todos caen.
Sentí su voz envolviéndome, sus palabras reptando por mi mente como veneno. Sabía que estaba jugando conmigo, sabía que quería quebrar lo poco que me quedaba de fe. Pero aún me resistía. A pesar del miedo, a pesar de la confusión, me aferraba a esa pequeña chispa dentro de mí.
—No... —logré murmurar, aunque apenas pude oír mi propia voz. Era débil, pero fue suficiente para hacerme sentir viva, para recordarme que aún podía luchar.
Lucifer me observaba, sus ojos rojos brillando con esa mezcla de burla y maldad. Sabía que no me rendiría fácilmente, pero eso no le importaba. Al contrario, eso parecía hacerlo disfrutar más de este juego cruel.
—No puedes esconderte de mí, Bianca —dijo, su voz cada vez más baja, casi hipnótica—. Tarde o temprano, te rendirás. Y cuando lo hagas, todo lo que creías que te salvaba se desvanecerá.
Sentí el frío de su presencia envolverme por completo. La oscuridad a mi alrededor se cerraba, como si el mismo aire se estuviera volviendo sólido. Pero dentro de mí, aún había una pequeña luz. No era tan fuerte como antes, pero seguía ahí, parpadeando en la oscuridad.
A pesar de todo, seguía aferrada a mi fe. Aunque fuera un pequeño error lo que había cometido, una parte de mí sabía que podía redimirme, que no todo estaba perdido. Era solo una noche, solo un momento. No podía dejar que eso definiera mi destino.
Lucifer parecía leer mis pensamientos, y vi cómo sus ojos se estrechaban, su sonrisa desvaneciéndose.
—Crees que puedes seguir adelante... que puedes aferrarte a esa fe patética —dijo, su voz cargada de desprecio—. Pero te equivocas. Esa chispa se apagará. Solo es cuestión de tiempo.
Mientras la miraba, me di cuenta de que Bianca aún no estaba rota, y eso me irritaba. Había algo en ella que la hacía resistir, algo que no había logrado destruir con la misma facilidad que a otros. Su fe seguía ahí, tenue pero presente.
Sabía que no podía seguir jugando al mismo ritmo. Necesitaba acelerar las cosas, empujarla hacia el borde. Esa pequeña chispa de fe, aunque parecía insignificante, aún la mantenía fuera de mi alcance total. Y eso no podía ser permitido.
—Eres fuerte, Bianca —susurré, inclinándome hacia ella—. Pero la fuerza no siempre es suficiente. Pronto, te darás cuenta de que la resistencia solo te llevará a la desesperación.
La dejé con esas palabras, permitiendo que se sumergiera más en su sueño inquieto. Sabía que la próxima vez, su fe estaría aún más debilitada. No me detendría hasta que no quedara nada de esa luz dentro de ella.
Y cuando finalmente se rindiera, la oscuridad la envolvería por completo.
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La mujer del diablo
FantasíaUn pequeño pueblo donde la fe y la devoción son fundamentales, Bianca es la hija de pastores, marcada por su pureza y dedicación a la iglesia. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Lucas, un misterioso y seductor hombre que en r...