seis.

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"Ahora pide un deseo," susurró Ethan, su voz saliendo más suave de lo que esperaba. "Y no me lo digas, o no se cumplirá."

Sam bajó la mirada hacia el pastelillo, que parecía ridículamente pequeño en su palma, y luego volvió a mirar a Ethan. El calor en los ojos de Sam creció, y Ethan supo que su rostro debía estar rojo, porque sentía su piel ardiendo bajo la intensidad de esa mirada.

Por un momento, todo lo que podía escuchar era el latido de su propio corazón, mientras Sam sonreía, un gesto que parecía contener más de lo que las palabras podían decir.

Pero luego, Ethan sintió otro tipo de calor, uno que le recorrió la columna vertebral con un hormigueo inesperado. Su respiración se quedó atrapada en su pecho mientras contemplaba, mareado, la mano de Sam acercándose lentamente a su rostro. No podía pensar, no podía moverse, como si el tiempo hubiera decidido detenerse en ese preciso instante.

Cuando los dedos cálidos, calientes de Sam rozaron su piel, una oleada de calor lo recorrió. El contacto fue tan suave, tan inesperado, que por un segundo, Ethan no supo si aquello estaba realmente ocurriendo o si se lo estaba imaginando. Pero entonces, esos dedos se deslizaron por el costado de su rostro, seguros y decididos, y lo próximo que supo fue que Samuel Uley estaba besándolo.

El mundo alrededor de Ethan se desvaneció en ese momento. No había sala, ni pastelillos, ni frío colándose por la puerta. Solo estaban ellos dos, y el suave pero firme contacto de los labios de Sam contra los suyos. Era un beso que comenzaba con una tímida delicadeza, pero pronto, Ethan sintió que la mano de Sam lo sostenía con más firmeza, como si temiera que se desvaneciera en el aire. Cada fibra de su ser estaba en alerta, pero su mente era un caos, perdida en una bruma agitada de emociones y en el ensordecedor tamborileo de su propio corazón. No comprendía nada, todo era confuso y borroso, como si el mundo se hubiera reducido al calor de esa mano en su cuello y el roce de los labios de Sam.

Cuando los dedos de Sam se deslizaron más atrás, enredándose en su cabello rizado, una sensación de vértigo lo envolvió. Ethan agradeció, en su desconcierto, que su cuerpo hubiera olvidado cómo reaccionar. Porque si hubiera tenido el control, sabía que un sonido inconfesable habría escapado de su garganta, un sonido que podría haberlo expuesto por completo, que habría sido su fin.

Sam tiró de él, y Ethan tropezó hacia adelante, su equilibrio tambaleándose mientras la distancia entre ellos se reducía. La presión en sus labios se hizo más intensa, más insistente, y Ethan se dio cuenta de que había olvidado cómo respirar. El aliento de Sam era cálido contra su piel, y podía sentir la proximidad de su rostro, bajando, inclinándose sobre él. Pero Sam no movía sus labios, como si estuviera esperando algo más, una señal o una rendición.

La presión de sus labios contra los de Ethan era firme, aplastándolos contra sus dientes, y en ese momento, Ethan sintió que el mundo entero giraba fuera de control. Había una urgencia en la forma en que Sam lo sostenía, como si estuviera tratando de aferrarse a algo que se escapaba entre sus dedos, y Ethan no sabía si debía responder o retroceder. Todo lo que sabía era que estaba atrapado en ese momento, incapaz de pensar, incapaz de resistirse.

El corazón de Ethan latía desbocado, resonando en sus oídos, pero el resto de su cuerpo se relajó, dejándose llevar por la sensación abrumadora de calidez que lo envolvía. Sam olía a bosque y a lluvia reciente, y ese aroma lo rodeaba, atrapándolo en un lugar donde el tiempo ya no importaba.

Cuando Sam se apartó, apenas lo suficiente como para que sus respiraciones se mezclaran, Ethan abrió los ojos, ¿cuándo los había cerrado? encontrándose con esa mirada intensa que tanto lo había desarmado momentos antes. No sabía qué decir, y por un segundo, el silencio entre ellos fue tan denso que se sintió palpable.

filed teeth | Sam uley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora