Ethan sentía que su estómago era un nudo de tensión, a punto de estallar para cuando finalmente abandona la casa. Billy lo había invitado a cenar esa noche cuándo lo oyó fuera y Ethan apenas había podido balbucear una excusa que Billy no acepto. Tal vez podría culpar a la cerveza por el malestar en su estómago, pero sabía que la verdadera razón era la que llevaba cargando esos últimos días, y tenía fuente y nombre: Samuel.El calor de Sam aún lo perseguía, como una sombra persistente que no desaparecía desde aquel momento en que se había apartado de él en el umbral de la puerta. Incluso durante la cena de esa noche, había sentido la mirada de Sam sobre él, como si lo vigilara, lo estudiara en cada movimiento, cada palabra. Y eso solo intensificaba la vergüenza que lo invadía.
Pero lo que más le perturbaba era la mirada de Billy. Esa mirada que le dio en el pasillo mientras Sam lo abrazaba, una mirada que no estaba llena de sospechas como la de Charlie, sino de certeza. Billy sabía. Quizás no sabía todos los detalles, pero sabía que algo estaba pasando, y ese conocimiento lo hacía sentir pequeño, como si estuviera expuesto y vulnerable. Intentó participar en la conversación en la mesa, rodeado de Billy, Jacob, y Sam, pero cada palabra se le atragantaba. Sabía que Billy lo observaba con una mezcla de comprensión y algo más, algo que lo asustaba. Charlie ya lo miraba con decepción, Ethan no cree que podría soportar la decepción de Billy también.
Cuando finalmente terminó la cena, Ethan sintió una mezcla de náuseas y alivio. No porque hubiera hecho lo correcto, sino porque por fin podría largarse. Había llegado pensando que enfrentar a Sam, siendo el adulto responsable, lo haría sentir mejor. Pero en lugar de eso, se sentía peor, más estúpido que nunca. Había pasado esos tres días torturándose mentalmente, convenciéndose de que estaba protegiendo a Sam, cuidando de él al mantener las distancias. Pero la verdad era que no quería pensar en lo que Samuel realmente significaba para él. No quería enfrentarse a la realidad de esos sentimientos que lo estaban consumiendo.
Al salir de la casa, Sam lo siguió hasta su camioneta. Ethan apretó las llaves con fuerza, decidido a alejarse, a no pasar un minuto más bajo el mismo techo que Sam. Había cometido un error, no debió haber venido. No podía soportar la idea de estar tan cerca de él, no después de lo que había pasado. Pero Sam se plantó frente a él, imponente, su expresión tranquila y decidida.
"Es tarde. Quédate" le dijo, su voz baja y firme.
Ethan negó con la cabeza, tratando de aferrarse a su determinación, pero sus manos temblaban. Tal vez era tarde pero no podía quedarse allí, no podía seguir enfrentándose a esa tensión que lo ahogaba. Sin embargo, toda su resistencia se desmoronó en el momento en que Sam tomó las llaves de su mano. Tambaleándose, Ethan se dio cuenta de que estaba más ebrio de lo que pensaba, y su espalda chocó contra la puerta de su camioneta con un golpe sordo. La sensación de metal frío en su espalda solo intensificó la vergüenza que lo consumía. La peor parte era que Sam debía saberlo si insistía en que se quedara.
Y entonces, descubrió otro nivel de ansiedad, uno que se mezclaba con un calor que lo envolvía por completo. Un calor que sabía que no debería sentir, no cuando Sam lo sostenía con firmeza, sus brazos fuertes alrededor de él, estabilizándolo en el camino de grava frente a la casa de Billy por la torpeza de sus propios pies. Podía sentir cada latido del corazón de Sam, fuerte y constante, mientras el suyo parecía desbocado, fuera de control.
"Cuidado," murmuró Sam, su voz grave resonando en la quietud de la noche. Estaba demasiado cerca, y Ethan sintió cómo toda su racionalidad se desvanecía. Los ojos oscuros de Sam lo miraban con una intensidad que lo desarmaba por completo, llenos de preocupación y algo más, algo peligroso.
"¿Estás bien? ¿Te golpeaste la cabeza?" preguntó Sam suavemente, su mano grande, cálida y firme, se deslizó por su cabello con una delicadeza inesperada. Ethan cerró los ojos por un segundo, sintiendo el calor de esa palma contra su cuero cabelludo. El contacto era tan íntimo que su corazón latía con fuerza. Sam acariciaba su cabello castaño, y esa proximidad solo aumentaba el calor que fluía entre ambos.

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filed teeth | Sam uley.
Fiksi PenggemarEn el corazón de la reserva de La Push, la niebla se alzaba como un velo antiguo, ocultando los secretos y las historias de sus habitantes. Los árboles susurraban con el viento, compartiendo cuentos de antaño que solo aquellos con oídos atentos podí...