La chica estaba gritando, y Ethan, de alguna manera, tuvo el presentimiento de que sabía quién era. Ninguno de los dos pareció notar el chirrido de la camioneta al detenerse. La joven parecía demasiado alterada, y su llanto histérico perforaba la tranquilidad de la lluvia. Ethan estuvo a punto de poner la marcha en reversa, dispuesto a retroceder y concederles la privacidad que claramente necesitaban. Sin embargo, el grito de Sam lo detuvo en seco, con ambas manos aferradas al volante.Era un grito de ira, tan inusual que Ethan se tensó al escucharlo. Nunca había oído a Sam levantar la voz, mucho menos gritar con tal intensidad. Sam gritó el nombre de Leah, tan fuerte que ella retrocedió, tambaleándose. Algo en esa reacción impulsó a Ethan fuera de la cabina, casi resbalando en el lodo del camino, pero no le dio importancia. La llovizna fina y lenta se sentía helada al contacto con su piel, pero Ethan apenas lo notaba.
"¡Te pedí que me dejaras solo! ¿Por qué nunca me escuchas? ¡Lárgate ya!" Sam gritó hacia Leah, su voz cargada de furia. No fue el grito lo que detuvo a Ethan esta vez, aún con la mano en la puerta, ni tampoco el sollozo quebrado de Leah. Fue la expresión de Sam lo que lo hizo congelarse en su lugar.
Por un momento, Ethan creyó que estaba viendo a otra persona. Sam estaba encorvado, su pecho agitado, y había algo en su postura que lo hacía parecer al borde de un colapso. Su rostro, siempre amable con Ethan o reservado con los demás, ahora mostraba una fiereza casi salvaje. Su cuerpo temblaba de manera incontrolable, y Ethan debió estar imaginándolo, pero parecía que un fino vapor comenzaba a rodear a Sam, girando en espirales alrededor de él mientras se tomaba la cabeza con ambas manos, como si estuviera luchando contra algo invisible y peligroso.
"Desapareciste, y no me explicas nada. No puedes pretender que lo acepte y te olvide, que olvide todo. ¡Íbamos a casarnos!" Leah gritó con la voz quebrada, abrazándose a sí misma mientras la lluvia oscura empapaba su cabello, haciéndolo parecer aún más negro. "¿Ya no me amas? ¿Por qué no me amas más? ¿Qué hice mal? Solo dímelo... puedo arreglarlo... podemos arreglarlo..." continuó, su voz desmoronándose en un hilo desesperado. Ciega por la histeria, Leah avanzó titubeante, sin notar el estado alarmante de Sam, pero Ethan sí lo vio. Lo notó en el instante en que Sam giró la cabeza, y los ojos que Ethan siempre había conocido como de un cálido marrón claro ahora parecían peligrosamente oscuros, casi negros.
Peligroso. Esa era la palabra. Sam parecía peligroso en esos momentos."No te amo. Tú no significas nada para mí," Sam gruñó, su voz casi inhumana. Sus labios estaban tan tensos que Ethan vislumbró sus colmillos, inusualmente afilados, asomando amenazantes. Avanzó un paso.
"¡Samuel!" El nombre salió de la boca de Ethan antes de que pudiera pensar. La reacción fue instantánea; la cabeza de Sam se giró con una rapidez inquietante, como la de un animal salvaje, y por un segundo, esos ojos furiosos se clavaron en él. Ethan sintió un escalofrío recorrerle la columna antes de que Sam parpadeara y su mirada se suavizara, su cabeza cayendo hacia su pecho como un animal que acaba de ser golpeado. Sam retrocedió unos pasos, exhalando con fuerza, como si luchara por recuperar el control.
"No, no, no, no, no" Sam murmuró, negando la cabeza.
Ethan habló por puro instinto, porque la escena que tenía ante él le recordó a algo que había presenciado en su infancia. Habló con la mandíbula apretada, sin permitir que el miedo lo dominara. "Leah, sube a mi camioneta," ordenó, sin apartar la vista de Sam. Algo le decía que no debía desviar la mirada ni por un segundo. Extendió el brazo hacia Leah, ignorando el temblor que traicionaba su nerviosismo. "Soy Ethan, me conoces. Soy el hermano de Charlie Swan. Conozco a tu padre, pescamos juntos el sábado pasado. Por favor, Leah, entra en la camioneta," insistió, su voz cargada de una urgencia que no se molestó en disimular.

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filed teeth | Sam uley.
Fiksi PenggemarEn el corazón de la reserva de La Push, la niebla se alzaba como un velo antiguo, ocultando los secretos y las historias de sus habitantes. Los árboles susurraban con el viento, compartiendo cuentos de antaño que solo aquellos con oídos atentos podí...