Capítulo 18| La Cara Oculta de la Luna

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Chiara Oliver

En mi interior, me sacude un tornado despiadado que arrasa con todo lo que se encuentra en su camino: mi paciencia, mi autocontrol y mi calma. Me muerdo la mejilla interna, tratando de buscar en el dolor físico el alivio para el dolor emocional. Ella está de pie frente a mí, ha perdido todo el moreno que doraba su piel, está completamente pálida y sin la capacidad de decir nada, por lo que soy yo quien habla.

- ¿Por eso has hecho todo esto, verdad? Traerme a este sitio, apartada del mundo, soltar frases que no vienen a cuento, dormir conmigo y tu numerito en la fiesta. Querías follar conmigo y quedar en paz con tu prometido ¿verdad que sí? Claro, la tonta de Kiki caerá, como hace siempre- Acuso endureciendo cada poro de mi rostro. Al escuchar mis palabras que se sentían como el veneno sobre mis labios, frunció el ceño y dio un paso atrás. Yo me permanecía inmóvil, con el pecho subiendo y bajando con rapidez

- ¿Me crees capaz de hacer algo así?- Pregunta con un hilo de voz débil, muy diferente a mi tono de voz autoritario y colérico

- ¿Estás de puta coña? Ya lo hiciste una vez y hay cosas que nunca cambian

- Kiki, eso no fue lo que pasó- Su rostro ya estaba empapado por un río de lágrimas sin cauce

- Fue exactamente lo que pasó. Tú te acostaste conmigo porque querías sentirte poderosa

- No- Pero su negativa no frenó mi discurso

- Ese gilipollas te había utilizado y como me tenías babeando pensaste "¿por qué no? Solo será una más"

- No- Negaba con la cabeza rápidamente mientras yo me acercaba a ella con pasos que mostraban mi rabia

- Y ahora querías hacer lo mismo para ganarle a tu prometido a ver quien es más cerdo

- ¡No! ¡Yo te quería! ¡Te amaba con cada prueba de mi existencia! ¡Te amaba tanto que me dolía el corazón solo de pensar en ti! Kiki, tienes que creerme, yo te quería

Mis facciones se relajan, mi mandíbula deja de estar tan tensa y mi pecho se encoge, formando un agujero negro del que no tengo retorno. Ella se agarra con fuerza la camiseta, tratando de sacar toda la impotencia que las lágrimas no son capaces de liberar. Toda la ira, la rabia y el odio que representaba un toro enfurecido que brama en cólera, se transforma en un pequeño cachorrito, confundido y lastimado por la lluvia de mi propio llanto.

- Kiki, tienes que creerme, por favor. Yo te quería de verdad. Yo no soy así, tú me conoces- La desesperación era palpable en su voz, en su mirada, incluso en su olor

- Creía que te conocía- Mi voz autoritaria y potente ha sido cambiada por una mucho más endeble y frágil

- No, no, no- Se acercó hasta mí, sujetando mi rostro empapado entre sus manos- Me conoces. Soy tu Vivi- Cierro los ojos con fuerza y suspiro. Tomo sus manos entre las mías y las retiro de mi cara con una delicadeza que no sabía de dónde había sacado

- Violeta, estoy muy cansada. Es la historia interminable. Vas a tener que explicarme de qué va todo esto o me voy, y esta vez sí que será para siempre- El agotamiento se abre paso en mi voz. Cuando escucha mi ultimátum, empieza a asentir con rapidez, dándome una respuesta contundente

- Te lo contaré todo, te lo prometo- Verla tan destruida, tan delicada, tan rota, activa en mi cerebro un mecanismo que forma parte de mi naturaleza. Debo cuidarla, protegerla de todo mal, incluso cuando yo soy ese mal. Por eso, tomo sus manos y la llevo hasta el sofá. La siento sobre él como si fuese una persona que ya no tiene el control de su cuerpo, y yo cojo uno de los sillones y lo muevo hasta quedar frente a ella.

Dama de Honor | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora