2.

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Me desperté de un brinco.

Y me fui corriendo hasta la cafetería del centro.

Esperaba con ansias volverte a ver, como aquel día.

Llegué con prisas, pidiendo mi típica taza matutina de café.

A la vez que me sentaba cerca de la abandonada mesa aquella.

Que demandaba tu presencia.

Un sorbo, aún no llegabas.

Dos sorbos, ¿tal vez era temprano?

Tres sorbos y la campanilla de la puerta daba paso a tu frágil y pequeño cuerpo.

Sonreí a la vez que el cuarto sorbo embriagaba mis labios con su amargo sabor.

Te acercaste a la caja y con una tenue sonrisa tomaste una blanquecina taza mediana. ¿Qué bebías?

Moría por saberlo.

Te derijiste complacida a tu mesa.

Y yo expectante te observaba.

Tomaste asiento, sonriendo.

Y un suspiró escapo de mis adentros.

¡Qué hermosa eras!

Necesitaba conocerte.

No; te conocería.

Bella mujercita de cafetería...

El amor en tiempos de  CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora