Amor agridulce.

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Intercambiamos números.

Intercambiamos llamadas.

Intercambiamos sonrisas.

Pero no intercambiamos verdades.

¿Por qué no verdades?

Al parecer era el único de los dos que se enamoró.

O eso era lo que tu dejabas creerme.

Actuabas fría algunos días.

Otros como si la alegría viniera en tu taza diaria de café.

Pero luego te desquitabas conmigo.

Mi dulce Áster.

Tan agridulce.

Pero tan hermosa.

Aún sólo eramos amigos.

¿Será que dentro de poco sentiras lo mismo que yo?

El amor en tiempos de  CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora