7.

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La violencia no resuelve nada decían.

Los golpes solo conllevan a más violencia decían.

Mi padre me había enseñado

El defender a una dama.

Pase lo que pase, defiéndela, decía.

Y eso hice.

Defendí.

Te defendí, dulce Áster.

Apenas pusimos un pie en el piso.

Y la bestia te empujó.

¿Qué no le enseñaron que a las mujeres no se les toca con ni el pétalo de una flor? 

Como la flor que tú eras...

Oh bella mía, error de él.

Te caíste al piso.

Y mi rabia explotó.

Juro que sólo lo empujé.

Pero hasta hoy día no me arrepiento de haberlo lastimado.

Sin embargo; tú aún llorabas.

Y por primera vez...

Por primera vez me abrazaste.

Fue sin dudas; uno de los días más desafortunados con final feliz.

Porque tú estabas conmigo a salvo.

Sólo conmigo...


El amor en tiempos de  CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora