Segunda parte de la historia.
Verano.
¿Quién diría que en el verano las flores de otoño seguían?
Quien lo negara, no te conocía Áster.
Oops, ironía mía: ni yo te conocía.
Por lo poco que te había conocido juraba que tú y yo nos habíamos conectados, que tu esencia tan bella encajaba cual rompecabezas en mi desolada y devastada alma.Había acudido a tu casa más de la cuenta, si tú te enteraras de ésto me tacharías de un loco psicópata.
Pero podía asegurar que estaba, ¿loco por ti, quizás?No podía dormir en las noches. El recuerdo del verte tirada en el piso mientras esa repugnante bestia golpeaba tu frágil cuerpo me causaba ahorcadas.
Y ni decir de lo que sentí cuando me enteré que te habías mudado de ciudad.
Es simple, ¿es porque yo sabía lo que él te hacía, cierto?
No querías que nadie más supiera las atrocidades que él te hacía.
No querías que nadie te hiciera abrir los ojos.
No, espera.
Tú sabías lo que tu pareja te hacía.
Estabas ciega de amor, quizás tanto como yo lo estaba por ti.
Capaz cambie la forma de narrar, trataré de ver cual queda mejor para esta segunda parte.
ESTÁS LEYENDO
El amor en tiempos de Cafetería
Random«Una taza. Una historia ». . . . . . . . . Coffe, El amor en tiempos de Cafetería©. Todos los derechos reservados. Portada hecha por @obitomai