5.

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Otoño...

Sin duda alguna es mi estación preferida.

Hojas de aquí para allá.

El viento pareciera susurrarte una suave melodía audible.

Y también porque en otoño te conocí.

Relamía mis labios que acababan de probar mi típico café.

Una extraña sensación tomaba partida en mi interior.

Una fuerte punzada de ¿nervios? Estaba ahí.

Impidiéndome pensar en «paz» siquiera.

Algo estaba demasiado extraño.

Renegué cuando la campanilla me obligó a levantar mi mirada.

Y ahí estabas tú.

Aferrando con fuerzas tu saco granate.

Y el viento que; agraciado, quería hacerte jugar una mala pasada.

Tu boina se dejó llevar encantada de las ráfagas escurridizas dignas de la temporada.

Callendo en mi mesa.

¡Hermosa maldita suerte la mía!

Te acercaste jubilosa.

Y mis ojos se abrieron cual platos; amenazando con salir de sus órbitas.

Un cierto rubor carmesí yacía en tus blanquecinas mejillas.

Y mi interior lentamente se derretía de ternura infinita.

-Lo siento...-Te disculpaste a la par que estabamos separados por la mesa de márfil.

Tomé con ambas manos, temblando, tu suave boina de lana y te la extendí.

-No hay problema.-Aseguré.

Y quise palmearme mentalmente por no extender la conversación.

- ¿P-Puedo sentarme aquí? - Preguntaste a la par que señalabas el asiento libre.

Mi corazón paró repentinamente.

Asentí.

Y primera vez te vi sonreír de oreja a oreja.

Con la mirada pediste a la camarera tu típica taza blanca.

¡Moría por saber qué tomabas!

Y hablamos.

Hablamos sin vacilo.

Sin dudas hoy sería el mejor día.

¿Por qué?

Porque aprendí que las flores de otoño hablaban, dulce Áster
.

El amor en tiempos de  CafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora