Frío.
Frío era lo que sentía.
El viento susurraba una suave brisa encantadora, ganándose por tu parte unos que otros gritillos a causa de su extrema potencia, haciendo hasta volar las vestimentas de las personas que, sin suerte alguna, no lograban agarralas a tiempo. Sin dudas, el viento era el que mandaba y disponía hacerse notar en éste triste otoño.
Las singulares hojas marchitas daban un último paseo desde sus hogareñas ramas, dirigiéndose así al duro y antiguo suelo. Qué maldad para las pobres; dejando su fantasía para chocar contra la dura soledad definida en puros diminutos granos de arena. Como yo en éste momento...
Veía sin interés alguno cómo mi cigarrillo con lentitud iba convirtiéndose cada vez más y más en un grisáceo polvo, que, a suerte de éste, las ráfagas de viento se disponían dichosas a acompañarlas. ¿Irónico, no? Es como si fuera que cada objeto, ser, estaba destinado a recorrer un camino que, desde la perspectiva de cualquier persona; no era color de rosas. Pero una vez que éste prismático daba el primer paso dentro de aquel trayecto; el destino le colocaba alguien a su lado, un ser que lo guiara, que lo acompañara y que pasara sus más ásperos y terribles momentos a su lado.
Todos estaban destinados unos a los otros, maldita sea.
Y ya acá, vuelto un completo loco. Te necesito tanto...
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El amor en tiempos de Cafetería
Random«Una taza. Una historia ». . . . . . . . . Coffe, El amor en tiempos de Cafetería©. Todos los derechos reservados. Portada hecha por @obitomai