El regreso hacia el auto fue silencioso, cada una en sus pensamientos. En mis manos tenía la impresión de la ecografía, la primer fotografía de mi bebe. Había pensado en hacer un álbum de él o ella desde el inicio. Tal vez los primeros dos meses estarían en blanco, pero eso cambio hoy. Abrí la carpeta que llevaba en la mano y sonreí de nuevo al verlo.
Además de eso, la doctora Dawson nos había dado un DVD con el video para que pudiéramos mostrárselo a Santiago y Maribel, además de Quinn que hoy la vería por fin. Suspire por eso, extrañaba demasiado a esa pequeña traviesa.
Gire el rostro para ver a Santana quien venía completamente callada y con la vista clavada en el suelo. ¿Se habrá molestado? Es decir, lo que dijo a mí no me molesto. Aunque, ¿Por qué lo habrá dicho en primer lugar? Fruncí el ceño buscando una respuesta a esa pregunta. Nada.
Llegamos al auto y subimos sin decir ni una sola palabra. Ok, el silencio no era lo mío y comenzaba a desesperarme. Respire profundo antes de voltear a verla para decirle algo, pero me interrumpió sorprendiéndome.
-Lo siento –susurro mientras me miraba fijamente a los ojos –Lo que menos quiero es incomodarte –no podía apartar la mirada, era tan hipnotizante –Me deje llevar por el momento, de verdad lo siento –susurro agachando la cabeza.
-Hey San… -acaricie su mejilla para que regresara su vista a mí –No tienes por qué pedir perdón –sonreí de lado –me alago el que dijeras que eras mi pareja, aunque no estoy segura de la razón por la que lo hiciste –me sonroje.
Espere a que me diera una respuesta, pero no paso. Simplemente me observo y cada segundo que pasaba yo sentía que me hacía más y más pequeña a su lado. Me sentía extraña, como si una corriente me recorriera desde la punta de los pies hasta detrás de mí cuello y me erizaba la piel. Desvié la vista para ocultar el calor que comenzaba a llenar mis mejillas.
-Realmente no sé porque lo hice –escuche su voz –simplemente sentí el impulso, tuve miedo de que te viera mal por ser madre soltera tan joven –mi corazón dejo de latir –No te estoy proponiendo nada, jamás te haría sentir incomoda, simplemente quiero apoyarte con todo, con tu bebé –se encogió de hombros mientras dejaba escapar una lagrima por su mejilla.
Estire mi mano para secarla, y la acaricie un momento. Era tan hermosa, tan tierna, y se preocupaba por nosotros. Ahora sí, más que nunca estaba segura que de que no estaba sola, tenía a mi bebé, tenía a Quinn, tenía a los Lopez y la tenía a ella.
Santana Lopez se estaba volviendo mi mejor amiga.
-Gracias – y sin más la abrace.
No me contuve, la abrace tan fuerte deseando que sintiera cuan agradecida estaba con ella por toda la ayuda que nos estaba brindando, porque si, ahora somos dos. Me envolví en sus brazos sintiéndome nuevamente segura, me perdí en su perfume llenándome de una abrumadora sensación de tranquilidad.
-Bien, ahora vamos a casa que estoy ansiosa por conocer a Quinn –susurro en mi odio para después suspirar y separase.
Algo tenían sus ojos, algo que hacía que me perdiera en ellos. Ese color canela era totalmente hermoso, pequeñas galaxias donde podías encontrar el paraíso con verlos de cerca. Ese Vamos a casa se sintió tan… bien, que no tuve más remedio que simplemente asentir.
Nos colocamos el cinturón de seguridad para comenzar con el trayecto de regreso. Al principio me perdí en la vista, el sol en lo alto brillando con tanto fervor, mostrando un hermoso día. La gente caminando de un lado a otro haciendo que la ciudad tuviera tanta vida, era algo sorprendente.