Mi quijada cayó al suelo, mis ojos se abrieron totalmente, mis manos comenzaron a temblar, mi corazón dejo de latir, mi sangre se helo. ¿Qué era lo que ella había dicho? No, más bien. ¿Cómo había sido capaz de decir algo así de esa manera?
-¿Qué tu qué? –pregunto atónico Santiago.
-Lo que oíste papá, el bebé es nuestro –se mantuvo firme.
-Pero… ¿Cómo es eso posible? –trague seco mientras la mirada de Santiago se dirigía a mí.
-Pues eso fue lo que le dije a la doctora cuando pregunto por el padre –se encogió de hombros.
Juro por lo más sagrado que en ese momento se escuchó un suspiro de tranquilidad por parte de los tres. Quinn, Santiago y yo, mientras que Santana simplemente me miraba con una sonrisa en el rostro y yo no pude evitar regresársela.
-Hubiera sido lindo que tu fueras mi cuñada –comenzó a hablar mi pequeña hermana –y no ese hijo de…
-¡Lucy Quinn! –grite molesta.
-Ok, lo siento, no realmente –sonrió maliciosamente, le regale una de mis miradas frías.
-Te apoyo Q –le guiño un ojo Santana. ¿Qué había sido eso?
-Quiero la historia completa –hablo Santiago mientras seguía comiendo.
-Pues en resumen, la doctora pregunto por el padre y yo no quería que la viera mal por ser madre soltera tan joven, entonces sin más dije que era nuestro –sonrió dulcemente, tanto que mi corazón volvió a latir de una manera tan única.
El resto de la comida fue entre risas y anécdotas por ambas partes. Quinn y yo contábamos nuestras pato aventuras de antes que me embarazara, mientras que Santiago dejaba en vergüenza a Santana contándonos de como desde pequeña él sabía que era gay.
-Y yo le dije que dejara ese balón pero contesto que no, que prefería casarse con él que con un chico –rompimos en risas.
-Papá, basta –se encogía en el asiento con el rostro sonrojado.
-¡Eras bastante dulce! –comente entre risas mientras la miraba.
¿Qué era toda esta conexión que existe entre nosotras? Esa manera en la que me miraba, como si no hubiera nadie más alrededor, o al menos haciéndome sentir así. Como si todo se detuviera excepto nosotras dos. No estoy segura, nunca tuve realmente una mejor amiga. Pero supongo que así es como se siente tener una.
-Bueno, basta de avergonzarnos entre nosotros, quiero conocer a mi sobrinito –aplaudió emocionada Quinn.
-Sí, pero primero limpiaremos aquí –comencé a levantar los platos.
-No, no y no –Santiago me quito lo que tenía en las manos, dejándolo él sobre el lava trastes –Tú no puedes hacer ningún tipo de esfuerzo, deja que esto lo hacemos San y yo –me sonrió.
-Querrás decir que tú, ¿No? –se defendió Santana mientras comenzaba a caminar fuera de la cocina.
-Santana, tú me ayudaras –su voz sonaba divertida.
-Pero… yo también quiero ver la ecografía –se cruzó de brazos mientras llegaba a nuestro lado.
-Y la veremos, pero antes, tú y yo limpiaremos aquí, en lo que Quinn y Brittany tienen un rato a solas –le guiño un ojo a mi hermana. Ok, esto era raro –Pero aun no pongan el DVD, igual quiero verlo –ahora me miraba a mí.